¡No es justo!

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POV: Arianne

Me miré otra vez en el espejo, moviendo una mano para corroborar que era yo. Había logrado lo que quería,  había cambiado. Ahora no sabía si era yo la imagen que me devolvía el espejo.

Primer día de clase, también llamado primer día de tortura, pero mirando el lado positivo, era mi último año, así que estaba motivada.

Hacía exactamente 2 meses y 19 días que no veía a mis amigas o a la gente del instituto. Había llegado ayer de Italia. Sólo había hablado mediante el móvil. Le conté a mi familia la conversación con Julia y enseguida me apoyaron.

Bueno, también se enfadaron un poco porque no les había contado nada antes. Igual pasó con Ivy, Abbie y Gabriela. Ellas se enfadaron mucho más, porque sabían que Lizzie me molestaba pero no se imaginaban que tanto.

Nada más acabar las clases nos fuimos de viaje, lejos, a Italia para ser exactos, dónde teníamos familia y donde comenzó todo.

Yo insistí en no dejar Estados Unidos pero no sirvió de nada, ellos querían que cambiásemos de aires.

Hablamos con un nutricionista y dietista, para tratar lo del azúcar y la tensión y me apunté a un gimnasio junto con mi hermana Lea, que también se quería poner "cachas" porque estaba toda "fofa".

Aunque en mi opinión no lo necesitaba. También iba informando a mis amiga, por video chat de vez en cuando. Eso ayudó a que mi transformación fuera más motivadora y misteriosa. Mis amigas me apoyaron en todo momento y me mandaban mensajes de ánimo.

Pero aún así hubiera preferido que estuviesen conmigo.

En realidad esperaba que fuese más fácil, porque básicamente ADORO comer, y ODIABA hacer deporte, pero bueno, eso es otra historia que ya contaré más adelante.

Ahora, llevábamos una hora sólo preparándome a mí. Abbie, Gabi e Ivy gritaron cuando me vieron y ahora andaban por mi habitación dando vueltas de un lado para otro, que si las pulseras, que si los zapatos, que si la mochila...era su rata de laboratorio.

A las 7 de la mañana, yo me limitaba a bostezar y a obedecer sus órdenes.

Mi hermana Lea también estaba, arreglándome el pelo con un intrincado recogido de lado, ya que hizo un curso de peluquería en Roma (le dio por ahí), y hasta hace un rato mis padres, aunque ahora ellos estaban desayunando.

Finalmente acabaron.

Di una vueltita delante del espejo, para que la falda de mi vestido girase. Hoy llevaba un vestido de estampado floral con el fondo azul claro, que me llegaba una palma por encima de la rodilla (ni muy buscona ni muy monja, palabras textuales de Ivy) lo más que me gustaba del vestido era que en la espalda tenía una abertura con forma de corazón, que de momento iba tapado por una chaqueta vaquera y lo menos que me gustaba es que era demasiado pegado para mi gusto (aun teniendo vuelo en la falda) y unas sencillas sandalias marrones en los pies.

El primer día en el instituto la gente aprovechaba e iba ligeramente más arreglada de lo normal, para causar buena impresión. Por lo que el primer día parecía un pase de modelos.

Yo nunca había ido muy arreglada al instituto, porque nada me quedaba bien y siempre iba en sudadera y chándal, aunque a mis amigas les molestase, ya que ellas son muy coquetas.

Recuerdo que siempre había envidiado a aquellas chicas que se podían poner lo que ellas quisiesen. Y ahora estoy aquí, voy a ponerme lo que quiera.

Bueno, más o menos, lo que mi hermana y mis amigas diabólicas quieran.

Todavía no me acostumbro a mi nuevo cuerpo. Y todavía no me gusta del todo. Vale, estaba mucho más delgada, pero todavía no estaba como quería.

Quiero darte un besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora