Capitulo treinta

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Estallido metálico

Ya estaba aquí.

Al fin había llegado el momento de la verdad.

Kanian, agudizando la mirada, hizo un recuento rápido antes de descender nuevamente a tierra firme y tomar  su forma humana. Haciendo que sendas escamas azules rodearan su cuerpo desnudo a modo de armadura, éstas le cubrieron el torso, el pecho musculoso, la entrepierna, las piernas, los pies, los brazos y el cuello. Ataviado como un auténtico Hijo del Dragón se apresuró a entrar en el palacio donde Malrren lo estaba esperando juntamente con su esposa.

- ¿Qué has visto? - inquirió su amigo mientras el mensajero le miraba con el rostro aterrorizado.

-  Setecientos Señores del Dragón aproximadamente y siete zepelines con más de dos mil hombres dentro a lo sumo.

- Más de catorce  mil hombres - susurró el guerrero moreno.

- Catorce mil setecientos o puede que más - asintió él. Miró al mensajero -. ¿Cuántos guerreros dispone Mazeks?

El mensajero pegó un brinco cuando el dragón le dirigió la palabra y perlas de sudor empezaron a recorrerle el bigote, el cuello y las sienes.

- Pues vera... unos nueve mil - respondió con la voz temblorosa.

- ¿Nueve mil? - exclamó mientras Malr se frotaba la frente preso por la tensión -. ¿Cómo puede ser posible? El gobernador me dijo que esta ciudad albergaba a más de trescientos mil habitantes. ¡Cómo puede ser que haya tan pocos!

- Es cierto , alteza, pero casi todos son estudiantes, sanadores, técnicos, comerciantes  o ancianos. Mazeks, a parte de la magnífica escuela de sanación también se ha especializado en el arte de la caligrafía y se ha abierto la mayor imprenta del continente. 

- ¿Eso quiere decir que estamos en una ratonera? - maldijo el príncipe.

- ¿Cómo creéis que hemos podido vivir en paz sin que el antiguo rey nos molestara? No haremos ninguna amenaza para él a pesar de no estar bajo su yugo - graznó el soldado aterrorizado completamente.

- Vosotros no pero yo sí - respondió mientras se encaminaba en busca de sus demás generales. 

No había tiempo que perder.

Y por ello cerró los ojos y expandió su mente para hablarle a todos los habitantes del Palacio de los Reyes con los que necesitaba parlamentar de inmediato.

- Reunión urgente en el despacho del gobernador. Se acerca Kerri con un ejercito de considerables dimensiones.

A paso ligero y sin esperar a Malrren, que se estaba despidiendo de su esposa con rápidas instrucciones, dobló hacia la izquierda, recorrió el pasillo hasta el segundo cruce y dobló a la derecha recorriendo todo el pasillo enmoquetado hasta llegar a la puerta blanca de doble hoja que había traspasado la primera vez que había puesto un pie en el recinto.

Abrió la puerta de par en par y encontró la estancia vacía, con un par de ventanas abiertas para que el aire no se estancara en el interior de aquella estancia tan poco habituada al uso. Sin cerrar la puerta, Kanian se precipitó a por un mapa de la ciudad y cuando lo encontró, lo depositó abierto sobre la mesa rectangular de granito que había en el centro del rectangular despacho. En las paredes había estandartes con el emblema de Mazeks y, también, lanzas y espadas decorativas de porcelana pintadas a mano. 

Él y Malr poco tuvieron que esperar puesto que, a los cinco minutos, aparecieron Corwën, Araghii, Mequi, Tehr, Hoïen y el gobernador con las mejillas sonrosadas y las respiraciones agitadas. Con las armas en los cintos a pesar de las sencillas vestiduras que portaba cada uno, Nïan vio en ellos el alivio, la tensión y la decisión en la mirada.

Las guerras del Dragón (Historias de Nasak vol.3)Where stories live. Discover now