Capitulo ocho

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Familia en sangre

Fue un golpe bajo, algo que jamás hubiera imaginado ni en sus más oscuras cavilaciones.

Salido de la nada había llegado su verdugo y lo había atravesado con su espada.

Y su asesino no era otro que su hijo Kerri. 

Xerral, que se las había visto y deseado para levantarse y que únicamente tenía ojos para su odiado sobrino, sintió que algo se abría paso - por la fuerza- desde el bajo de su espalda hasta atravesar completamente su cuerpo y salir por el estómago. Un exceso de sangre le subió por el esófago y la expulsó entre toses mientras un dolor atroz lo partía en dos.

Cayó de rodillas como si fuera un peso muerto y se le desenfocó la vista.

Kerri, a su espalda, impertérrito, sacó su espada del cuerpo de su padre como si su arma no hubiera atravesado un cuerpo humano sino un pedazo de mantequilla blanda. El dolor de Xeral aumentó un millón de veces más al verse libre de la afilada hoja y cayó hacia delante sin poder controlar su propio cuerpo.

El fluido escarlata que impregnaba la espada brilló bajo la luz de las lejanas, pero a la vez cercanas, llamas. 

Kanian contemplaba la escena estupefacto y conteniendo la respiración. No podía creer lo que acababa de suceder. ¿De dónde había salido Kerri? ¿Cómo había sido capaz de…?

El príncipe del Señorío enfundó su espada sin limpiarla y se agachó al lado de su padre. El único ojo de Xeral fulminó a su hijo mostrando todo su odio, terror y desesperación.

- Kerri… - escupió entre dientes más que habló.

- Que desagradable, padre. ¿No sabéis que no debéis hablar con la boca sucia? - se burló el guerrero con una sonrisa condescendiente en sus labios.

- Eres un hijo de perra - le insultó Xeral que intentaba, con un esfuerzo extremo, incorporarse y hacerle frente a Kerri.

- Vaya, creo que ya somos dos.

Xeral gruñó y gritó cuando su cuerpo débil y descontrolado hacía lo que le placía y se golpeaba la espalda contra el suelo. Un gran charco de sangre se estaba congregando alrededor del rey.

- ¿Por qué? - quiso saber Xeral mientras se esforzaba por seguir respirando -. ¿Por qué lo has hecho?

Kerri se levantó de golpe y su rostro burlón se tornó serio y grabe.

- ¿Qué por qué? ¿De verdad os atrevéis a preguntarlo? - fulminó a su padre con la mirada más odiosa que ningún ser humano le había echado jamás. Nadie de su entorno le había mirado con aquel odio tan profundo y sincero; perlado de convicción -. Tú me hiciste a mí algo mucho peor que lo que yo te acabo de hacer a ti.

- ¡Rea era una maldita bastarda! ¡Era una zorra!

Preso de la ira, Kerri le propinó una patada en las costillas que le provocó un ataque de tos sanguinolenta e hizo que su cuerpo quedara nuevamente bocabajo. Se mordió el interior de la mejilla.

- ¡No te atrevas a insultarla en mi presencia! ¡Ella valía mucho más que tú, engendro del demonio! ¡Y yo la quería, la amaba más que a nada en este mundo! ¡Más que este maldito continente! Y tú… me la robaste - terminó susurrando con la voz perlada de dolor y emoción. De rabia y deseos de destrucción. 

- Tú has provocado esto - sentenció el príncipe aferrando el cabello negro de su padre -. Tú has hecho esto de mí.

- No te saldrás con la tuya - masculló Xeral que se sentía mareado y más débil a medida que transcurría el tiempo.

Las guerras del Dragón (Historias de Nasak vol.3)Where stories live. Discover now