Capítulo 47. Un sueño demasiado real.

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HERMIONE.

Es un sueño, estoy segura. Tiene que serlo, una invención alocada de mi mente, porque no hay otra explicación. Sin embargo, parece tan... ¿Real?

 

Estaba en un gran bosque que no conocía. Corría con todas mis fuerzas, persiguiendo a un chico moreno y con gafas y a otro un poco más alto y pelirrojo. Harry y Ron. A mi lado corrían una chica de cabello largo y rubio y otra chica, también pelirroja. Ambas tenían un año menos que yo, pero eso no se notaba demasiado. Luna y Ginny.

-¿Y Neville? ¿Dónde está Neville?-gritó la Ravenclaw para hacerse oír por encima del rugido del viento en nuestros oídos.

-¡Ahí!

Ginny, sin parar de correr, señaló hacia la derecha. Desde unos árboles, había salido un chico alto y de pelo negro y despeinado, para unirse con Harry y Ron.

-¡Rápido, chicas! ¡Tenemos que movernos!

Esta vez era Harry el que gritaba con voz ligeramente asustada. Las tres empezamos a correr todavía más deprisa, hasta situarnos a su altura. Girábamos a la derecha con rapidez, derrapando.

-¡Venga! Casi estamos, pronto podemos desaparecernos para...

Ron se calló de golpe. Estábamos rodeados, completamente. No había ni un resquicio por el que escapar. Unas figuras encapuchadas y vestidas de negro nos cercaban. Alguien levantó la varita y gritó:

-¡Expelliarmus!

Fue demasiado rápido. Seis varitas volaron por el aire y fueron a parar a la mano de un chico de nuestra edad.

-Bien hecho, Draco.

Esas tres palabras me hicieron reaccionar de repente. ¿Draco? En efecto. Todos se quitaron la capucha que los cubría, uno a uno, hasta quedar descubiertos. El chico que había lanzado el hechizo había sido él. Reconocí a algunos otros: Blaise, Theodore, Max, Goyle, Pansy, Jaden, Thomas y Rick. Todos Slytherins. No había ni rastro de Anna y Katniss y eso, en cierta manera, me preocupó. También había mortífagos propiamente dichos: Los Carrow, Yaxley, Rowle, Rookwood, Rabastan y Rodolphus Lestrange y unos cuántos más que ni me molesté en mirar. No los había mandado a todos, pero estaban los suficientes. Esos bastaban.

-Vaya, vaya. Vuelta al principio. Creo que la balanza está bastante inclinada a nuestro favor, ¿verdad?Potter y sus amiguitos no tienen escapatoria.

Yaxley soltó una risotada. Escuché cómo Harry daba un paso al frente, listo para encararles. Estiré mi brazo para agarrar el suyo y negué con la cabeza. No teníamos varita ni posibilidad alguna de defendernos. Eran demasiados. Fue Rabastan el que habló esta vez.

-Nadie os va a salvar, pequeños héroes. Estáis solos, indefensos y atrapados. ¿Qué vais a hacer?

Nos miramos entre nosotros. Tenían razón, y lo sabíamos. Mi mirada pasó instintivamente a Blaise Zabini. Sus ojos oscuros y un poco rasgados emanaban una frialdad que nunca le había visto adoptar. Mi vista se clavó en Draco Malfoy. Si los ojos de Zabini eran fríos, los suyos parecían dos témpanos de hielo, sin sentimiento alguno al vernos en estas condiciones, atrapados. Esos iris grises y fríos se clavaron en los míos y frunció el entrecejo. Cerré la mente, por costumbre. No podía ser. Me negaba a creer esto, a pesar de que ya había tenido pruebas suficientes. Su voz me interrumpió. Era apenas un susurro alto en un tono que destilaba una frialdad increíble.

-Creo que es hora de que llevemos a la Sangre Sucia, a Potter, a los Traidores a la Sangre, a Longbottom y a Lovegood al lugar en el que deberían estar.

Revive la magia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora