Capítulo 23. Renacer en el Bosque.

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DRACO.

Llegamos a Hogsmeade en un abrir y cerrar de ojos. Tras cubrirnos con la capa invisible, entramos en la bodega de Las Tres Escobas y cogemos cervezas de mantequilla. En HoneyDukes, nos seducen las plumas de azúcar, las ranas de chocolate y las pequeñas empanadas de calabaza. Se podría decir que cogemos un poco de todo. En ambos casos, Hermione insiste en dejar los galeones correspondientes en los mostradores. Me río un poco ante la ocurrencia.

-¿A dónde vamos?

-¿Qué tal a las afueras del pueblo? Nos desapareceremos. Dame la mano y pégate a mí.

Ella lo hace sin rechistar.

-¿Preparada?

-Pues claro.-sonríe.

-Uno... Dos... ¡Tres!

Giramos sobre nosotros mismos como en un remolino. Un segundo después, aparecemos en un prado de hierba alta y verde, iluminado por una luz del sol que no calienta. Un poco más allá, subiendo por una especie de empinado y estrecho camino, hay unas aberturas en la roca. Unas oscuras cuevas.

-¿Vamos a hacer un picnic?-pregunta ella con una sonrisita, lanzando una mirada significativa a mi mochila.

-No es del todo una mala idea.-respondo, al tiempo que agito la varita haciendo aparecer la típica tela de cuadros.

Se ríe. Quito las cervezas de mantequilla y la comida de HoneyDukes, y me siento en la hierba. Un segundo después, se sienta a mi lado y desenvuelve una rana de chocolate. Hago lo mismo.

-¿Sabes? Tengo algo para ti.-dice sonriendo, cuando acaba de tragar todo el chocolate.

-Yo también.

-¿Ah, si?-ese hecho parece descolocarla un poco, pero aún conserva su sonrisa-. Yo primero.

Me río.

-Como gustes.

Ella desabrocha despacio la cremallera de su mochila, y saca un libro del interior. Es pequeño, con las tapas oscuras y unas letras doradas.

-Los Cuentos de Beedle el Bardo. Pensé que querrías leerlos.-dice en un susurro-. Es de mi biblioteca personal.-puntualiza con una pícara sonrisa, entregándomelo.

Lo sopeso un momento con la mano libre antes de guardarlo.

-Bueno, gracias. ¿Hoy es el día del libro? Ten.-sonrío, y le doy mi ejemplar. Ella lo mira un momento con extrañeza.

-¿Defensa y Patronus?

-Pensé que te gustaría el tema. Tiene muchísima información. Y también es de mi biblioteca personal.-suelto una risita-. Además, de ese libro he aprendido bastante. Quítate el colgante y déjalo en el suelo.-sonrío y dejo el mío sobre la tela de cuadros.

Ella me mira con el ceño fruncido, pero lo desabrocha y lo coloca al lado del mío.

-¿Qué vas a...?

-Ya verás.-la interrumpo-. Abre el libro por la página diecisiete y pronuncia esas palabras en latín al mismo tiempo que yo, y moviendo la varita del mismo modo.

-Mmm... Está bien.-acepta.

-¿Preparada?-asiente-. ¡Ahora!

Ambos hacemos una extraña floritura con la varita, como si estuvieramos dibujando algún símbolo en el aire, a la vez que decimos las raras palabras en negrita. Al momento, los colgantes cambian.

Ella observa su forma, y dibuja una sonrisa.

-¡Eh, que pasada! ¡Me gustan mucho!-dice, lanzándose a mis brazos.

Revive la magia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora