6. Más idiota no pudiste ser.

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Bieeeeeeeeeen, me tardé, lo sé, pero no encontraba la inspiración para escribir hasta ayer, y sinceramente cuando no estoy inpirada sólo escribo basura, jajeji. Pero la buena nueva es que aquí estoy yaaaaaaaaaa. <3

Por cierto, YA encontré a mi Paul Hoffman alias Hotman IDEAL, ahí les dejo un gif de él a la derecha. De  verdad, para mí es casi completamente perfecto, la única diferencia es que siempre me imaginé a Paul con una piel más clara, pero ¡bah! Para los que no puedan ver la imagen la subiré a la página oficial en Facebook de la novela. :)

Disfruten. :*

Era patética.

No, no, lo que le seguía. Había perdido el control de mí misma con tan sólo escuchar su estúpido nombre.

—¿Estás bien, Gisselle? —me preguntó Paul por décimo cuarta vez, acercándome un vaso de agua con mucho hielo.

Rodeé los ojos y le dediqué una mala mirada.

Muy, muy en el  fondo sabía que él no tenía la culpa. Él no sabía nada del intento de secuestro, de las traiciones ni de la enorme mentira andante que era Richard Russel. Pero él no tenía porqué enterarse de esto, sería mejor aprovechar la culpa que él sentía para que hiciera lo que yo quisiera, al menos mientras durara.

—Qué bueno que ya estás bien —interrumpió Eleazar—. Porque en serio necesito que alguien me explique qué pasó aquí.

Me envolví en la manta que Paul había traído para mí, y con un carraspeo los presenté.

—Ela, él es Paul Hoffman, uno de los idiotas que conocí en el campamento —dije, ignorando la mirada indignada de Paul—. Idiota que conocí en el campamento, él es Eleazar, un amigo de la escuela.

Ambos se dieron la mano, sin más ni menos, y regresaron sus miradas a mí.

—En realidad ya sabía quién, recuerdo haberlo visto en alguna revista —confesó Eleazar, rascándose la nuca de forma incómoda, y tratando inútilmente de arreglar la maraña de cabello que tenía—. Me refería a qué pasó para que te pusieras a temblar y gritar como loca.

—Sí, yo también me pregunto eso —coincidió Paul, ganándose otra de mis miradas.

Los miré a los dos, a mis dos amigos, a dos de las personas que se encontraban entre mis favoritas en todo el universo y… simplemente no pude contarles la verdad. Hablar del campamento era una cosa, pero hablar con exactitud de Richard era una cosa totalmente distinta.

Me relamí los labios, tratando de encontrar una buena excusa o explicación lo suficientemente buena para que la creyeran.

—Nada, es sólo que… es sólo que… —empecé—, recordé algo de mi madre, eso es todo.

Dicho y hecho, las cejas de mis dos amigos salieron disparadas hacia arriba, señal de que no me creían nada. Por suerte, eran lo suficientemente decentes como para no hacer más preguntas.

—Ajá —contestaron los dos al unísono, seguido de unas carcajadas típicas de hombres machos idiotas.

Paul empezó a recorrer mi apartamento, viendo, investigando y deteniéndose cada que encontraba algo interesante. Por otra parte el oso perezoso que era Eleazar se volvió a echar sobre el sofá y empezó a tararear una canción que no reconocí con los ojos cerrados y la voz adormilada.

Tal vez era de suponerse que después de todo el drama que había pasado, incluidos mis gritos y mi falta de fortaleza, debería estar más despierta, pero el efecto era el contrario: tenía más sueño que un koala.

Locos y enamorados (EDUI #2)Where stories live. Discover now