29.5 Feliz como una perdiz (especial).

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¡Hola de nuevo, chiquillos y chiquillas! Sé que me he tardado un poco más a comparación de cómo estuve actualizando anteriormente, pero creo que tampoco me he tardado un  tiempo demencial. 

Como les había comentado, este es un capítulo corto pero especial, ya que es narrado por Paul mi amor, espero lo disfruten<3

                                                                                ***

                                                                         Paul's POV.


El cuarto está a oscuras cuando entro y eso me resulta de cierta forma reconfortante. Los días en la ciudad siguen irritantemente soleados a pesar de estar entrando al invierno. El olor a humedad y polvo hacen que piense dos veces en si no debo volver a casa de mis padres, pero me basta recordar lo último que me obligaron a hacer para que elimine la idea.

Me dejo caer sobre una cama destendida y con olor a moho. No veo las miles de cosas que hay encima de ella, pero no les dedico un segundo pensamiento y las tiro todas al suelo para hacer espacio para mi cuerpo.

La cabeza me punza.

Intento acomodarme en una cama demasiado pequeña y en desuso, pero mi cabeza y mi cuerpo adolorido me impiden obtener un descanso. Daría lo que fuera por quedarme dormido, pero sé que es imposible cuando no estoy en mi verdadera cama, en mi hogar.

En cambio, mi mente aprovecha para hacer repaso de todo lo malo en mi vida. Que debo admitirlo, no es mucho, sólo una relación jodida con mis padres, el hecho de que la chica que me guste lleve semanas evitándome y algunas que otras cosas más, pero bueno, me gusta auto compadecerme, en eso al menos sí soy un campeón.

Mi celular empieza a vibrar en el bolsillo de mi pantalón. Al principio contemplo no contestar, por mí quien sea que esté llamando puede irse al infierno, pero luego recuerdo que he quedado con Joe para hablar si se organiza un partido amistoso entre nosotros y otros chicos, así que termino tomando el celular.

Me lo pego a la oreja y me estiro para sacar del mini refrigerador que hay a lado de mi cama una cerveza, que está caliente y no sabe ni la mitad de bien de lo que debería, pero me esfuerzo por disfrutarla.

—¿Hola? —pregunto, esperando escuchar la voz de mi amigo, pero en vez de la voz nasal que esperaba escuchar, lo único que puedo oír a través de la bocina es una respiración jadeante. Tal vez el idiota de Joe me esté gastando una broma—. ¿Hola?

—Mmm... err, mmjm... er... Pa... Qué tal, Paul.

Tengo que tapar mi boca con la mano libre que tengo para evitar soltar una maldición.

Es su voz.

Por el sobresalto, consigo tirar casi la mitad del líquido contenido en la lata y tengo que tapar la bocina del celular para que no escuche la sarta de maldiciones que se escapan de mis labios.

El corazón agarra de saco de boxeo a mis costillas, y puedo jurar que la temperatura aumentó al menos tres grados en esa habitación, aunque en este momento el mundo podría estar cayendo en una segunda era del hielo y yo ni enterado.

Es la voz de Gisselle.

Me pongo de pie y me deshago de la camisa mojada, pero antes reviso el celular para comprobar el número.

«Número desconocido»

¿Por qué Gisselle me llamaría de un número que no es el de ella? ¿O quizás había llegado a un punto en el que alucinaba con ella?

Locos y enamorados (EDUI #2)Where stories live. Discover now