24. Avalancha de desastre.

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Advertencia:

El contenido de esta novela es mera ficción y de ninguna manera promuevo las acciones o actos representados en esta obra.


                                                                                           ***

Siendosincera, cuando decidí realizar mi último acto de rebeldía antes de quedarconfinada, ni si quiera me había detenido a pensar si valdría la pena o no. Me había limitado a ponerme lo primero que encontrara en el montón de cajas de la mudanza y salir disparada intentando evadir a toda la seguridad.

Escaparme había resultado más fácil de lo normal, lo que mi mente había tomado como una señal de que algún ser superior me quería en esa fiesta.

En todo caso, tenía un plan.

Al llegar, me concentraría en buscar a Angelina para rogar por su perdón. Con algo de suerte, ella estaría algo ebria y aceptaría escucharme, tendríamos una bella plática de mejores amigas y nos embriagaríamos juntas... O, por otro lado, podría ocurrir que se encontrara ebria y decidiera gritarme y reclamarme por todos los secretos que guardo frente a todos.

No había forma de saber cuál de las dos cosas ocurriría, sólo me quedaba rezar por la primera.

Eleazar y yo tardamos un par de minutos en encontrar dónde estacionarnos, tratando de quedar en un lugar estratégico por si teníamos que salir huyendo de ahí y que no estuviera tan apartado ni en un lugar demasiado oscuro.

Ya había pasado que en una que otra fiesta la policía llegaba y todos salían pitando de ahí.

Era mala para las direcciones, pero supe que habíamos llegado cuando nos encontramos con un montón de autos último modelo estacionados en fila a lo largo de toda una calle y cuando en mis oídos estalló la música.

Desplacé mi mirada hacia Eleazar, que estaba concentrado en estacionar su camioneta delante de un convertible rojo, que hacía destacar aún más la Van hippie y pintarrajeada de Ela.

Había estado tan nerviosa por mi escape y el hecho de encarar a Angie que no fue hasta la mitad del camino que me percaté de que Eleazar también estaba raro. No podía identificar qué era lo que le ocurría exactamente, pero se veía nervioso también, no como yo, sino más bien ansioso.

Aunque bien podría ser mi imaginación.

Bajamos de la camioneta y nos encaminamos hacia una enorme casa blanca atiborrada de gente.

Sinceramente, la idea de una fiesta en la playa no me emocionaba en lo absoluto.

Dejando a un lado que teníamos en frente a una gran y peligrosa masa de agua salada, el clima no me agradaba ni un poquito. Si bien por estas fechas el clima era generalmente cálido por el día y frío por la noche, sobre todo en la playa, el ambiente era bastante húmedo y bochornoso, y provocaba que me diera una irritante picazón en mis piernas enfundadas en un par de pantalones de mezclilla.

—Espera —dijo repentinamente Eleazar, extendiendo su largo brazo frente a mí para hacer énfasis a sus palabras.

Le hice caso, confundida, y vi cómo observaba nerviosamente la entrada de la casa mientras algo en su pecho se agitaba.

—¿Qué...?

—¿Me veo bien? —me interrumpió, girándose hacia mí para que pudiera apreciar la completa longitud de su cuerpo.

Locos y enamorados (EDUI #2)Where stories live. Discover now