13. Insinuaciones.

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¡Holaaaaaaaaaaa! ¿Cómo están? <3



Angelina llevaba por lo menos media hora insistiendo que le contara de verdad lo que estaba pasando y no estupideces sobre mí volviéndome lesbiana. Los años que llevábamos siendo amigas empezaban a mostrase como una desventaja para mí, aunque mi desdicha no tenía nada que compararse con la de Chad, quien había recibido más odio por parte de su novia al negarse también a contarle la verdad y seguirme el juego.

—¡De acuerdo, de acuerdo! —acepté, desesperada por comerme mi helado sin la irritante voz de Angelina en mi oído—. Hablaré, pero tendrán que ser pacientes.

Angelina entrecerró los ojos, analizando si creerme era lo adecuado o no. Rodeé los ojos, cansada y saqué el celular de mi monedero, que era lo suficientemente grande para meter mi teléfono, dulces, maquillaje, pañuelos, gas pimienta y un perro miniatura, quizás hasta Angie podría entrar.

Me puse de pie y caminé hasta la puerta del local, el celular en una mano y el helado de limón en otra.

—¿Ela? —susurré.

—Así me llaman.

—Necesito que me hagas un favor —le pedí—. Ven a...

—Oh, no —me cortó en seco desde el otro lado de la línea—. Si volviste a olvidar dónde dejaste estacionado tu auto, ni creas que te voy a ayudar, no es mi culpa que las llaves se te hayan caído al inodoro y la alarma no funcione.

Fruncí el ceño y apreté mis labios.

Odiaba que siempre recordara mis pequeños accidentes.

—¡Ela, Dios, no! —le dije, levantando un poco más el tono de mi voz—. No es eso.

—Hey, gruñona, estoy comiendo, ¿de acuerdo? —me explicó—. Y, por lo general, me gusta hacerlo sin que me molesten.

—¿Eres mi amigo o qué?

—Que.

Perdí la paciencia y le colgué. No obstante, me mantuve en la misma posición. Le llevaría más o menos quince segundos a Eleazar para volver a llamarme.

Durante dos segundos, estaría indignado por haberle colgado y dejarlo hablando. Su enojo e ira conmigo le duraría unos tres. Otros cinco segundos estaría analizando si llamarme o pasarse la tarde culpándose y preguntándose si era o no algo importante, y los últimos segundos los dedicaría a finalmente llamarme.

Esperé ese tiempo, y un par de segundos más. Lo más seguro es que su enojo hubiera durado más de lo que había planeado.

Sonreí para mis adentros cuando el celular empezó a sonar.

—¿Qué quieres?

—Dulcifícame tu voz... —le canté.

—Que veux-tu?

—Que sea en francés no lo hace sonar más lindo —le recriminé, pero con una sonrisa plantada en mis labios—. Ven a los helados Johny's lo antes posible, por favor.

Escuché un par de maldiciones de su parte antes de que los característicos pitidos de que había cortado la llamada retumbaran en mi oído.

Regresé a la mesa donde se encontraban mis mejores amigos con mi helado a medio terminar. El lugar estaba medio vacío, y sinceramente no sabía porqué, si el local estaba bastante bien, y los helados, deliciosos.

—Bien, la verdad no tarda en llegar, ¿contenta? —le pregunté.

Angie asintió energéticamente con la cabeza y continuó comiendo. Chad, por su parte, me dirigió una mirada interrogativa, la cual decidí ignorar.

Locos y enamorados (EDUI #2)Where stories live. Discover now