19. Déjà vu.

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IMPORTANTE LEER AL FINAL.

Advertencia: palabras fuertes.


Richard's POV

Su rubia melena nuevamente se alejó de mí, sin dar un solo vistazo hacia atrás, sin siquiera tener la más mínima sospecha de que el dolor que se instaló en mi pecho varios meses atrás incrementó tan intensamente que era insoportable el tan sólo mantenerme de pie.

Ella se fue, lejos de mí, corriendo como alma que lleva el diablo y de nuevo no hice nada para detenerla.

Era el peor déjà vu que podía tener.

Mis puños se cerraron con tal fuerza que sentí como la sangre abandonaba cada uno de mis dedos y empezaban a entumecerse. De mi boca salió un suspiro más audible de lo que me hubiera gustado, y echándole una mirada a la puerta por donde Gisselle salió, me dirigí hacia la oficina de David.

No estaba muy seguro de lo que quería decirle, pero fuera lo que fuera debía tener extremo cuidado. Las palabras equivocadas y probablemente mis intenciones quedarían malentendidas.

Cuando llegué, mis nudillos golpearon tres veces antes de empujar la puerta y pasar. David se encontraba sentado en la silla detrás de su escritorio, con la vista anclada en la pantalla de su celular mientras que con suaves movimientos repetía lo que estaba leyendo.

Me senté sigilosamente en la silla más cercana y esperé hasta que fui digno de un poco de su atención. Llevaba conviviendo el tiempo suficiente con él como para adivinar que estaba enojado, conmigo, con el mundo, con mi padre, pero en estos momentos, podía jurar que sobretodo conmigo.

—David... —Estrujé mi cerebro en busca de las palabras correctas, pero, tal y como Gisselle, su mirada penetrante atrofiaba mis células cerebrales, impidiéndome pensar claramente.

—Olvidaste mencionar el insignificante detalle acerca de que Gregory trató de asfixiar a mi hija —pronunció, con el tono más duro y gélido que lo había escuchado usar hasta ahora.

Tragué saliva de manera ruidosa y eché mi cuerpo hacia el respaldo. Tomé una profunda inspiración y aguardé a que las palabras llegaran, pero pronto me di cuenta de que la espera era en vano, no tenía ninguna excusa ni medianamente válida.

—¿Habría hecho alguna diferencia?

Los labios de David se fruncieron ante mi respuesta.

—Podría haberme ahorrado todo el secretismo y simplemente mandarlo a matar. —Sus palabras habían sido duras, quizás demasiado, y aunque lo entendía y me daba un poco de envidia que Gisselle tuviera un padre tan bueno, la imagen de mi progenitor siendo asesinado me era completamente desagradable.

Tenía más de una razón para odiar a mi padre, pero... era mi padre, éramos la misma sangre, y tal vez era la estúpida esperanza de que podía vindicarse lo que me hacía no quererlo muerto.

Al parecer, el señor frente a mí se dio cuenta de que sus palabras se le habían ido un poco de las manos, a juzgar por sus cejas levantadas y la expresión de ligero arrepentimiento que mostró.

—No eres un asesino —respondí, optando por jugármela a tomarlo a la ligera.

David se limitó a asentir, para luego poner los codos sobre el escritorio y dejar el peso de su barbilla sobre sus manos entrelazadas. Casi podía ver la maquinaria dentro su cabeza trabajar, incesante e impecable, y sonreí al imaginarme a una pequeña y frustrada Gisselle tratando de hablar con un padre con tantas cosas en la mente.

—No, no lo soy —respondió, un poco más tranquilo.

David regresó su atención a un par de documentos que tenía extendidos sobre la escribanía negra y empezó a revisarlos, dándome a entender que si ya no tenía nada que decir, lo mejor era retirarme.

Locos y enamorados (EDUI #2)Where stories live. Discover now