Capítulo 2: Haciendo amigos

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En el corto trayecto desde el tablón de anuncios, en la entrada de la Escuela, hasta el aula en la que les tocaba asistir a su primera clase, Eric descubrió muchas cosas sobre Carles. Se enteró de que el año anterior había intentado asistir a la universidad y que no se le había dado bien. También supo que le apasionaban los dobladores de anime japoneses, las idols, el anime en sí mismo, y, de hecho, todo lo que tuviera relación con el País del Sol Naciente. En realidad, le tenía tanto amor al país nipón, que algunas tardes a la semana acudía a una academia para aprender japonés. Y por lo visto, su mayor sueño era poder ser un actor de doblaje de anime él mismo y trasladar a España las técnicas de doblaje japonesas.

—¿Y tú cómo has llegado aquí?

Ya se encontraban en el aula, que era bastante cercana a aquella en la que les habían dado la charla de presentación. Apenas quedaban unos minutos para que empezara la clase, y los pupitres se iban llenando de alumnos de todas las edades. Los que eran amigos se sentaban juntos, mientras que aquellos que iban solos miraban nerviosos a su alrededor, esperando que alguien se sentara a su lado para poder charlar.

—En metro y tren —contestó evasivo.

—Y yo en alfombra voladora, no te jode. —Carles puso los ojos en blanco—. Sabes que me refiero a por qué has decido estudiar doblaje.

Sabía muy bien a lo que se refería. Pero pensaba que a su compañero, la historia de que desde los quince estaba enamorado de un doblador del que sólo conocía su nombre y voz, y que había ido a la Escuela con tal de poder encontrarle, le iba a parecer absurda. Como mínimo. Y no, tampoco era que tuviera ganas de salir del armario justo allí y en aquel momento, siendo sincero.

—Escuché a un doblador una vez que me gustó, y decidí que yo también quería dedicarme a esto.

—Joder, sí que eres cerrado y tímido, que sólo por contarme esto ya te pones así —rio Carles, pues aunque hubiera dado la versión corta de sus motivos, se le habían enrojecido las puntas de las orejas de forma alarmante.

—Perdonad que os moleste, pero ¿está libre este asiento? —preguntó una voz grave, masculina e irresistible.

Se giró para contestar, y entonces, plantado frente a él, estaba el que probablemente era el tío más bueno que había visto jamás. El pelo moreno le caía suavemente sobre la frente insospechadamente pálida, rozándole las largas pestañas que enmarcaban su profunda mirada azabache. Debía ser un par de centímetros más alto que él, delgado, pero se notaba que se cuidaba e iba al gimnasio de vez en cuando, o al menos eso parecía por la forma en que la ropa se le pegaba al cuerpo, definiéndolo. Sonrió, mostrando una dentadura blanca y alineada a la perfección, tiñendo su rostro de una simpatía que lucía natural, y de la que, sin duda, él carecía.

—No, adelante. Soy Carles, y este pringado de aquí es Eric.

—Yo soy Pau, encantado de conoceros —contestó riendo ante el desparpajo que mostraba el castaño, mientras se sentaba al lado de Eric—. ¿Sois amigos y habéis decidido venir juntos? Porque yo vengo solo y estoy cagado.

—Le conozco desde hace diez minutos, y ya me está poniendo a parir —se atrevió a participar Eric, dedicándole una mirada asesina a su nuevo amigo.

—No te ofendas tanto, hombre, si no he dicho nada.

Siguieron bromeando hasta que una mujer de mediana edad y bastante alta entró en el aula, cerrando la puerta tras ella. Se presentó como la profesora que se iba a encargar de su correcta dicción en catalán. Y tan rápido como pasó esta clase, lo hicieron todas las que la seguían, hasta que se hizo mediodía. Debido a que los tres participaban en el mismo curso intensivo, iban juntos a todas las clases y prácticas que tenían, aunque las últimas no empezarían hasta el día siguiente.

Su Voz (Homoerótica) [En proceso + editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora