Capítulo 55: Fotografía (Parte 1)

5K 380 383
                                    

¡Hola, chicos! Una pequeña explicación al principio. Tenía que colgar el capítulo entero pero de golpe me he encontrado como la mierda y no puedo escribir más. El caso es que tampoco quiero retrasar todavía más su publicación, así que de nuevo (y lo siento mucho) voy a partir el capi u.u' De nuevo, cuando publique la novela, juntaré las dos partes en una. Lo sé, es una mierda, pero es que me sabía mal no ponerlo hoy. El caso es que mañana escribiré lo que queda, que es muy poquito, e intentaré poner algún extra cortito al final para compensar desde el POV del personaje que me pidan en el grupo. Haré una encuesta en cuanto cuelgue el capi. En fin, lo lamento mucho, y gracias por la paciencia infinita que estáis teniendo conmigo últimamente. Estoy teniendo una racha muy mala de tiempo, salud e inspiración, y saber que seguís ahí a pesar de ello es de las pocas cosas que me animan. Mil gracias *_________* Por favor, dadme unos meses para que me mude y, cuando tenga mi propio espacio y me sienta tranquila en un piso que sea mío, os juro que la calidad de mis historias y el tiempo de publicación mejorará mucho ;) De nuevo, gracias a todos akdnaskndaskla

Nos leemos mañana también ;) Disfrutad del capítulo.

***************************************************


Cuando oyó el estruendo proveniente de la cocina, sólo sufrió un pequeño sobresalto que le despertó. Refunfuñó por lo bajo, miró el móvil para saber qué hora era y, al ver que todavía le quedaba una buena hora y media de sueño antes de que tuviera que levantarse y vestirse, decidió enviar al mundo a tomar por saco. Así que se removió en la cama para volver a encontrar la posición con la que había estado durmiendo tan bien y cerró los ojos, implorándole a su mente que se relajara y le dejara aprovechar aquel tiempo para reponerse de la noche anterior. Trató de hacer oídos sordos a las risitas que retumbaban por el piso, las conversaciones lejanas y el olor del pan tostándose, y se dejó llevar por el sueño.

Claro que aquella reacción era una muestra de lo mucho que había tenido que adaptarse a la convivencia con personas que no fueran parte de su familia. Si hubiera sido durante su primera semana en el piso, seguro que hubiera salido corriendo para ayudar; en cambio, casi dos meses después de su mudanza, conocía ya tanto a sus compañeros que no le hacía falta ni levantarse de la cama para hacer una suposición acertada sobre el origen de aquel follón matutino. Eric creía que él era la persona más torpe del mundo, o al menos lo había hecho hasta conocer a Noe. La chica era un imán de desgracias. No había día en el que no se diera con el dedo gordo del pie contra la pata de algún mueble, tirara algo en la cocina o se le quemara un trapo sin querer. Estaba seguro de que, haciendo el desayuno, había abierto su armario y se le había caído algo encima. No era la primera vez que pasaba, y seguro que no sería la última. Aquellos pequeños equívocos eran tan recurrentes que todos se lo tomaban a broma y, más que preocuparse por si estaba bien, preferían descojonarse con ella de su mala suerte. Por lo menos se lo tomaba bien y era la primera en reírse de sí misma.

Así que, como podía suponer por las risas que se oían, ya había alguien recogiendo con ella, por lo que no era necesario que él se molestara en hacerlo. Es más, es que prefería quedarse durmiendo y seguir soñando que estaba con Álex. El castaño era el que se lo pasaba mejor cuando le contaba sus aventuras y desventuras en el piso. Porque, aunque compartir piso tenía sus partes positivas como el hecho de que nunca se sentía solo, si quería hablar siempre había alguien dispuesto a escucharle y que, en momentos puntuales, se lo pasaba muy bien, por otras partes era un desastre.

El piso no estaba nada mal y, una vez hubo sacado todas sus pertenencias de las cajas y decorado su habitación, se sintió casi como en casa. Pero, al entrar a vivir ahí, no pensó en los problemas que podría haber, por ejemplo, con algo tan simple como tener compartir una ducha con tres personas más. En su casa había sido muy fácil: su madre se duchaba por la mañana temprano, él cuando ella ya se había ido y Blanca lo hacía por la noche. En cambio, allí tenía que aguantarse si quería ducharse porque muchas veces el baño estaba ocupado por Noe, que pasaba casi más tiempo maquillándose y arreglándose para ir a la universidad que en clase. Luca se daba unas duchas sospechosamente largas y Vanesa, la más comedida de todos, pasaba menos tiempo usando la ducha, pero lo hacía como mínimo tres veces al día. Y ese sólo era uno de los múltiples problemas. El espacio en la cocina era limitado, aunque tampoco le afectaba demasiado porque lo que más usaba era su estante en la nevera para guardar los tuppers de María y cuatro cosas para comer de postre. A veces sus compañeros montaban mucho jaleo, aunque por suerte por la noche se podía descansar bien.

Su Voz (Homoerótica) [En proceso + editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora