Capítulo 43: Brujería

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En el momento en el que Artur habló, Eric se sentó al borde del asiento, ansioso por empezar. Estaba muerto de ganas de hacer el primer trabajo de doblaje que él consideraba serio, e incluso se hubiera levantado si hubiese visto que sus compañeros hacían lo mismo, pero ese no era el caso. De hecho, los demás parecían incluso aburridos. Ni Álex ni Laura se habían movido un ápice, y aunque tenían la vista clavada también en el director, él era el único que estaba emocionado. Y los otros dos seguían a lo suyo, uno mirando a las musarañas y la otra embadurnándose por enésima vez los labios. Unas capas más de brillo y empezarían a emitir luz propia.

—Vamos a ver, os voy a dar las instrucciones generales y luego empezamos, que hoy juega el Barça y mi mujer hará albóndigas para comer. Me quiero ir pronto a casa —habló de nuevo el director, barriendo la sala con la mirada un segundo—. Álex...

—Buenos días, Artur. ¿Ya me echabas de menos? Sabes que puedes llamarme cuando lo necesites. —El actor de doblaje le interrumpió con voz traviesa.

Eric arqueó una ceja. ¿Artur y Álex se conocían? No debería extrañarle porque ambos llevaban años dentro del mundo del doblaje y seguro que se habían encontrado más de una vez, pero no podía imaginarse a dos personas más distintas. Eran polos opuestos. Dos personalidades explosivas, la una junto a la otra, a punto de estallar.

—Recuérdamelo, ¿por qué he cogido a este petardo para la serie? —Le ignoró el mayor, dirigiéndose a su ayudante.

—Tiene una voz adecuada para el personaje y ha trabajado varias veces contigo, así que os conocéis. Porque casi nunca falla y con él apenas tienes que hacer repeticiones, lo cual ahorra mucho tiempo. Además, en realidad trabajáis bien juntos, aunque os llevéis fatal.

—Mierda, tienes razón —se resignó Artur, lanzándole una mirada furibunda al castaño que él contestó con un guiño de ojo que a Eric le hubiera derretido, pero que hizo que el director de doblaje le devolviera un gesto de desesperación.

—Ese es el primer paso para acabar admitiendo que me quieres.

—Cállate un rato y deja de interrumpirme, joder —le espetó él, y aunque parecía reticente, Álex le hizo caso, no sin antes esbozar un mohín adorable—. A ver, antes de que cierto gilipollas me tocara los huevos, como le gusta hacer a él con todo el mundo, os estaba diciendo que empezaremos con el susodicho tocapelotas. Supongo que os habréis leído ni que sea por encima el guion de los capítulos que grabaremos hoy, y sabréis que su personaje es el narrador. Así que eso es lo que nos sacaremos de encima primero. Después vendrá Laura para hacer los diálogos con él y nos iremos turnando con eso y las frases sueltas, ya os iré llamando. ¿Todo claro?

Los presentes en la sala asintieron, y Álex fue el único que se levantó.

—Pues andando que es gerundio, tira —expresó Artur al verle acercarse.

—No hace falta que te hagas el duro conmigo, ¿eh? A nadie le gustan los malotes, y sé lo mucho que te emociona que esté aquí.

—La madre que te parió, a la próxima cojo a otro actor. Será que no hay.

Continuaron discutiendo, o jugando, eso era algo que Eric no tenía claro, hasta que se perdieron tras la puerta que llevaba al estudio. Eso sí, Álex tuvo la deferencia de asomarse un momento para saludar al pelirrojo brevemente y soplarle un beso a Laura, que la rubia devolvió con una suave risa.

Cuando la puerta se cerró tras él, las mejillas de Eric se encendieron al pensar que él también quería uno de sus besos. Pero no quería que se lo mandara por el aire, no. Quería los labios de Álex contra los suyos. Deseaba morderlos, lamerlos, recorrerlos con los propios y no volver a separarse de aquella boca hasta que le borrara aquellas sonrisas y las substituyera por muecas de placer. Y después...

Su Voz (Homoerótica) [En proceso + editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora