Jamás te dejaré sola

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Derek se quitó su chaqueta, mientras repasaba la pregunta, tenía mucho sueño. Llevaban más de una hora hablando, Miley preguntándole esto, cuestionándole aquello… él preguntándole a Justin… ambos confusos y llenos de preguntas sin respuestas, solo estaban tratando de aclararse, ayudarse el uno al otro.

-No me lo tomes a mal, Miley. Nunca quise casarme, solo es eso, mi madre me obligó y me asusté.

-Y huiste –completó Emma.

-Sí huí, Olive estaba ahí conmigo, habíamos vuelto a ser novios y bueno creíamos que si Pattie me encontraba, me obligaría a casarme, no vi lo obvio que era el hecho de que el día de la boda había pasado ya, y por ende… tu ya deberías estar odiándome…

-Pero Justin tomó tu lugar –interrumpió Miley.

-Sí, realmente pienso que tu entiendes eso mejor que yo, Miley -se rascó la nuca.

-¿Quieres dormir, ya?

-No. Tienes dudas, quiero aclararlas.

-Puedes descansar un poco, llevamos mucho tiempo aquí.

-No, de verdad. Estoy bien.

-No sé que más preguntar –se hundió en el pecho de Justin.

-Creo que tienes varias dudas aún…

-Sí, pero no estoy muy segura de que alguno tenga una respuesta.

-No pierdes nada preguntando.

-Hace tiempo, muchísimo en realidad… Un poco antes que conociera a Derek y muchos meses antes que conociera a Justin tuve un sueño… era una cabaña muy singular, extraña, el ambiente era frío y terrorífico y bueno… ah, yo entraba y me encontraba con alguien, quien… por alguna extraña razón tenía control sobre mi cuerpo y mis acciones –un escalofrío recorrió su espalda- no podía moverme, tampoco podía hablar… yo estaba muda y estática y solo sentía esa irradiación de calor por parte de aquel extraño…

-¿No lo viste? ¿Cómo sabes que era un extraño y no una extraña?

-Era hombre –susurró- su voz era grave.

-¿Habló?

-Sí –tembló un poco- y yo… yo me comuniqué por medio de mi mente ¡Suena loco! Pero así fue… y él…él solo me preguntaba si estaba cansada. No… no lo recuerdo bien y decía que no debía confiar en él… bueno dijo que no me estaba pidiendo que lo hiciera y dijo que necesitaba que lo salvaran y se rió.

-¿Y ya? –preguntó su rubia amiga.

-Suena tan estúpido en voz alta, pero… la cabaña –volteó hacia Justin- te puedo jurar que era la cabaña de nuestra luna de miel, Justin.

-¿Estás insinuando que yo era ese que te… controló?

-No, Justin… no vi a la persona, no puedo afirmar quien era. Lo único que me gustaría saber es por qué y cómo pude soñar con un lugar que jamás había visto y con el que me encontraría medio año después… es terrorífico.

-¿La cabaña es terrorífica?

-¡No! Es preciosa… pero quisiera saber a quién rayos tenía que salvar o qué se supone que pasaba…
-No te lo tomes tan a pecho, Miley. Fue un sueño –la tranquilizó Derek al momento en que acariciaba su rodilla ganándose una mirada analizadora de parte de su hermano.

-Es que si ustedes lo hubieran soñado… -giró su mirada a Justin quien estaba un poco perdido, siguiendo los movimientos de la palma de su hermano sobre la pierna de ella.- ¿Estás bien, Justin?

-Tal vez era yo –murmuró- no debías confiar en mí porque bueno básicamente estuve engañándote… debías salvarme porque era un idiota mujeriego que se emborrachaba todas las noches y vivía del dinero de sus padres, era avaricioso y egoísta y estaba resentido y bueno a lo demás no le encuentro mucho sentido…

La morena empezó a jugar con su cabello, Justin… su Justin había aparecido en sus sueños mucho antes de saber que él existía. Era irreal, eso pasaba solo en las películas…

-¿Podrías quitar la mano de su rodilla? –Le ladró él a Derek.- No te traje para que la toquetearas.

-¡Justin! –le reprendió.

-Lo siento –apartó su mano y se levantó- creo que ya es hora de acostarme, estoy cansado.

-Te llevaré a tu habitación –ofreció Miley, pero Emma negó con la cabeza.

-Yo lo haré –le dijo en el oído- tu trata de controlar a Justin –después volvió a subir su tono- además creo que yo también debería irme, mi casa queda un poco lejos.

Ambos se alejaron y pocos minutos después Emma se despidió y salió por la puerta.

-No era necesario hablarle así a Derek. –arrugó sus ojos hacía su novio.

-Perdón.

-Debes controlarte, además el luce agotado ¿tiene algo?

-Olive.

-Como siempre –suspiró.

-Se ah escapado, no sabe en donde se metió, ella le dijo que si no se casaba con él, no la vería más y tampoco a su hija.

-¿De verdad?

Asintió- Está angustiado por la niña, eso es todo.

-Dices como si habláramos de barbies y muñecos, ¡es su hija! ¡Claro que está preocupado! Y luego tú vienes y le gruñes como perro rabioso. Dijiste que querías cambiar.

-Trato de hacerlo. Te juro que estoy tratando…

Ninguno habló por un tiempo, Justin volvió a tomar a Miley entre sus brazos y acarició su estomago, el silencio no era incomodo pero decidió romperlo y hablar.

-Nacen en Noviembre.

-¿Qué?

-Los bebés, nacen en Noviembre.

-Oh sí –sonrió.- Va ser una navidad bonita…

-Soñé con ellos –confesó el rubio mientras besaba el cabello de ella.- En el avión, eran dos pequeños con ojos mieles y tu color de pelo.

-¿Enserio? –sus ojos brillaron mientras se apartaba de los fuertes brazos de él para poder mirarlo a la cara- Debo admitir que cuando te di la noticia pensé que no te había gustado.

-Bueno, sería mucho más sencillo tener solo uno, pero… creo que los genes querían que Derek o yo tuviéramos gemelos, aunque sinceramente nunca me imaginé como padre… hasta que apareciste tú.

-Eres un mentiroso.

-No es así –beso su nariz velozmente- ese día en el parque, cuando casi me ahogo pensando en tener un hijo, bueno luego no me pareció tan mala idea, sonaba que tendríamos a alguien muy hermoso.

-El día en que me dijiste que eras Justin Bieber… -inclinó su cabeza un poco.- ¿Sabes? Haciendo cuentas… en esa época ya estaba embarazada.

-Eso quiere decir que eres una bruja que predice el futuro. –se burló.

-¿Disculpa? ¿Acaso acabas de llamarme bruja?

-No sé… ¿Qué vas a hacer al respecto?

Miley se inclinó hacía él con intención de tocar sus labios pero se detuvo a medio camino –Voy a hacerte cosquillas –gritó y empezó el ataque, ganándose varias carcajadas y risas de parte del hombre frente a ella, quien después de un momento se unió a la lucha y también movió sus dedos por el estomago de ella.

-¡Ya,Miley, paz, paz, bandera blanca! ¡No puedo respirar! ¡Para! –tomó su cintura y la alejó, ella todavía sonreía juguetonamente.

Él la besó. La había extrañado muchísimo. Y ahora estaba aquí con ella y no la dejaría sola, nunca más.

El farsante (Miley Cyrus & Justin Bieber) ©Where stories live. Discover now