Eres mía

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Miley estaba perdida entre sus pensamientos, frotando levemente su abdomen y viendo sobre su ventana la inmensa ciudad de Nueva York. Aun era tan confuso todo, esperaba vagamente todavía que Justin le dijera en cualquier momento que se arrepentía de lo que había dicho y que la dejaba, pero eso no había ocurrido y empezaba a dudar en que ocurriría; Justin se había comportado como toda mujer hubiera deseado ¡Le había pedido que fuera su novia! Y dijo que amaba al bebé, pero ¿todavía podía confiar en él? Era tan difícil.

-¿Miley? –ella volteó encontrándoselo, perfecto, como siempre. Era como una escultura.

-¿Sí?

-¿Estás dudando, verdad? De mi promesa –su boca formó una línea tiesa.

-¿Cómo lo sabes?

-Eh aprendido a leer tus reacciones, tienes miedo, y me aterra demasiado que lo tengas siempre –ella hizo una cara, confusa- ya sabes, toda tu vida sin poder confiar en mí, eso me da terror. Me refiero a que sé que te mentí y sé que no es fácil confiar en una persona cuando tu relación con él empieza con engaños…

-Y con estafas –interrumpió.

-Sí –suspiró- engaños y estafas, pero solo quiero que sepas que haré todo lo que esté a mi alcance para probarte que quiero ser un hombre diferente, me quiero ganar tu confianza y tu cariño.

-Ya tienes mi cariño. No dudo de eso.

-¿Entonces de qué dudas? Ya te eh dejado claro que no me iré.

-¿Cómo viviremos? Hablo de que tú no tienes trabajo, no has trabajado nunca y… ¿vivirás de mi dinero?

Justin negó –No, nena. Ya estoy buscando trabajo.

-¿De verdad? –preguntó insegura.

-Sí, estoy viendo posibilidades para ser contratado por una empresa, me quieren para escribir canciones.

-Dijiste que no escribías canciones… -¿le estaba mintiendo de nuevo?

-Creo que eh encontrado a mi musa, y a mi fuente de inspiración para escribirlas–le dijo al momento en que acariciaba su mejilla.- Si no consigo ese empleo, me gustaría ser maestro de música.

Miley sonrió –Eso me gusta, cualquiera de las dos opciones suena bien.

-Cambiaré, juro que lo haré.

-Tampoco quiero que cambies radicalmente, solo sé más responsable y ámame mucho –rió-.

-Oh, eso no se tiene que pedir, Miley. ¡Te amo, te amo, te amo! –gritó al momento que la abrazaba y le daba varias vueltas.

-¡Para, me estoy mareando! –se detuvo y la posó frente a él.

-Tienen una buena vista desde aquí –murmuro viendo hacía la ventana, las luces nocturnas de Nueva York lucían tan preciosas a esa hora.

Miley asintió con la cara un poco descompuesta -¿Tienes nauseas?

-Sí –volvió a acariciarse el estomago- esto de los mareos es horrible.

-Perdóname –le pidió y dio un beso pequeño en sus labios, después bajo lentamente hasta su vientre y subió la camisa de Miley- Perdóname tú también, bebé, prometo ya no ser tan brusco con mami, –depositó un beso sobre el ombligo de Miley y siguió un camino de besos hasta su pecho, aventó la camisa por algún lugar de la habitación y recostó a Miley sobre la cama.

La atrajo hacía él y la besó dulcemente con la necesidad plasmada en sus ojos, sus manos buscaron su espalda para poder abrazarla y dormir.

Estrujo sus brazos alrededor de ella y la besó hasta el cansancio.

-Eres mía –le susurró al oído.

-Tuya –contestó Miley, antes de caer dormida.

El farsante (Miley Cyrus & Justin Bieber) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora