5. Demasiado tarde.

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5.

Charlotte odiaba su bicicleta.

Era muy grande, al menos para ella, y sus pies apenas tocaban los pedales de ésta. Pero Anna no parecía notar eso; de cuanto ella lo aborrecía. Siempre que la tía Aurora venía a su casa para hablar con su hermana mayor, Anna se ponía como «Soy toda una chica grande» y mandaba a Charlotte a jugar afuera. Y era divertido cuando Anna decía: Juega con tus amigas. Y la niña pensaba: ¿Cuál amigas, Anna?

Lo único que tenía además de Cristal, su muñeca, era a aquella bicicleta.

Entonces empujaba la bici hasta el patio delantero de su casa, y se ponía a recorrer con ella las veredas en un vaivén sin fin; Primero derecha, y luego hacia la izquierda. O al revés. Pero nunca podía ir más allá. Y aunque eso suena lo más aburrido del mundo, para Charlotte estaba bien, no era una de esas personas que constantemente ponían en obviedad su tan, oh dios, aburrida vida. Ella intentaba hacerlo mejor. Ser mejor. Siempre.

Pero la bicicleta no quería ayudarla.

Es decir, ésta estaba casi siempre derrumbándola, raspando sus rodillas o palmas. Y seguía intentando, pero a veces  parecía tan lejano ese pensamiento de poder andar correctamente en una tonta bicicleta. Y sí, Charlotte tenía ese tipo de problemas existenciales.

Aquel día, como todos los jueves, Anna le había dicho que saliera afuera porque tenía que tener una conversación de grandes con la tía Aurora. Charlotte conocía de aquellas conversaciones.

Eran algo así como: Anna, debes ser fuerte. Anna, debes serlo por la niña. Anna esto, Anna lo otro.

Jesucristo, Charlotte en ocasiones se preguntaba si su hermana no se cansaba de la tía Aurora. Ella era tan mandona.

Ahora la niña intentaba dejar de inclinarse en aquella bicicleta, pero como todos los jueves, la bici no quería cooperar. Parecía burlarse indirectamente de su falta de coordinación. Charlotte frunció el ceño, sabía lo que iba a venir. Diablos, ella hasta se preparaba para caer al pavimento.

Y entonces ¡Bum! Cayó.

Al principio no dolió, claro, fue como un estado no-tan-de-shock que hizo que el dolor no se sintiera por un segundo, pero luego éste llegó como una oleada fuerte, tanto que hizo que los ojos de Charlotte se llenaran de lágrimas.

Sí, como todos los jueves.

—No debes inclinar tu peso por el manubrio. No de esa forma.

Escuchó la voz y rápidamente tragó saliva, levantándose del piso y tratando de ocultar su dolor con una mueca de sorpresa.

— ¿Qué? —respondió, con la voz temblándole.

—Tú simplemente estás inclinando mucho el manubrio. No lo hagas. Te caerás como lo hiciste hace un segundo.

—No —Charlotte negó con la cabeza—. ¿Qué haces aquí?

El niño sonrió; apenas una sonrisa, media, chiquita. Tan suya.

—Se su-supone que soy tu ángel guardián y todas esas cosas.

La niña comenzó a lagrimear por el dolor en su rodilla.

—Uh, en realidad papá vive allí.

Zayn señaló la casa a lado de la del frente. Charlotte hubiera dicho: ¿Estás acosándome? Y Zayn respondería: No uses palabras como acosándome. Las niñas normales no lo hacen. Y ella reiría mientras repetía la palabra una y otra vez.

Pero no dijo nada, no dijo nada porque comenzó a llorar de verdad, como mucho más fuerte que antes.

—No llores —Zayn respingó, sin saber que hacer—. M-Me pones nervioso.

—Mi rodilla —Charlotte sacudió la cabeza—. Sólo... duele.

Zayn inclinó la cabeza y se sentó en el pasto del patio delantero de la casa de la niña, y ella lo acompañó aún con lágrimas en sus mejillas.

—Déjame ver —susurró el niño. Charlotte vaciló un segundo antes de mostrarle su rodilla. Observó la herida, no era un doctor como su papá, pero sabía que la herida no era grave. Sólo una rasgadura. Sin sangre.

—No llores, Charlotte —le regañó Zayn cuando la niña volvió a sollozar—. Se supone que las princesas no lloran. 

—Zayn —Charlotte se sorbió la nariz—. No me gustan las princesas. Me parecen tontas.

El niño sonrió, un poco mas amplio esta vez.

—Bien, no eres una princesa. Eres una guerrera. Y ellas son fuertes.

Charlotte se rio, y como si se tratara de magia, dejó de llorar del todo —Odio mi bicicleta —comentó mirándola aún recostada contra la vereda—. Es odiosa...

—P-podría enseñarte.

—No lo tomes a mal, pero no eres un buen maestro, Zayn.

—Deja de ser así.

La niña frunció el entrecejo.

— ¿Cómo?

—Así. Usas palabras de gente grande.

—No me he dado cuenta.

— ¿Ves? Ahora lo estás haciendo.

—Mentira.

Charlotte no quería que Zayn pensara que ella era una niña grande, porque si era una niña grande seria como Anna; toda triste y malhumorada al mismo tiempo. No quería ser así. No.

— ¿Vives allí? —Cambió la conversación drásticamente y Zayn ni siquiera se dio cuenta de ello.

—No. Dije que mi papá lo hace.

— ¿Y tu mamá?

—En Canadá.

— ¿Ah?

—Se fue hace unos días. 

—La extrañas.

—No. Pero papá es... gruñón.

—Oh, que coincidencia.

Zayn ladeó la cabeza. Charlotte volvió a decir una palabra de gente grande, pero decidió no comentar al respecto.

— ¿Tu papá es gruñón?

—No. Mi hermana.

—No tengo hermanas.

—Qué suerte tienes.

Ambos rieron. Pero luego Zayn se levantó de golpe. Charlotte escuchó un grito.

—E-Es papá. Mm, debo ir.

— ¿Cómo sabías que yo vivía aquí?

Zayn se detuvo.

—No sabía. No exactamente. Pero, ya sabes, te ví antes por aquí.

Zayn parecía apurado, otro grito se escuchó—. Él realmente se enojara si no voy a cenar.

—Entiendo.

—Adiós, Charlotte.

—Adiós.

Pero Zayn no se movió de su lugar.

—Adiós  —repitió la niña, aún sentada sobre el verde pasto. Su rodilla ya no dolía tanto, pero las lágrimas secas aún estaban allí en sus mejillas.

— ¿Charlotte?  —llamó Zayn.

— ¿Sí? —contestó ella.

—Eres mi mejor amiga.

Charlotte no abrió la boca como por un segundo, le iba responder que él también era su mejor amigo, claro, era su único amigo. Pero cuando quiso hacerlo Zayn estaba lejos.

Demasiado tarde, pensó. Quizás en otra ocasión se lo diría. 

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N/A: Básicamente las amo por sus votos. ¡Muchas gracias!.

Dedicado a: LapolladeHoran (Es un usuario, lol Gracias por tus comentarios, hermanita <3 )

Cambio y fuera.

Heart like paper » malik.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora