46. A la deriva

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Ajustada al recuerdo de lo que pudo ser flota un alma mutilada.

Se desgataron sus pies de tanto perseguirlo.

Se le cegó la vista de tanto buscarle.

Se le durmieron los brazos de apretarlo en un abrazo que nunca llegó.

Se le partió la voluntad.

Solo le ha quedado él pero no le da la mano sino cuando ya no puede levantarse.

Cuando hasta respirar le resulta doloroso y ya no lo necesita.

Porque se ha quedado sin aliento de tanto decirle pero él  no la oye.

Ignorando todo el caos que produce su ausencia.

Y así continua, tratando de vivir.

 Tratando de que cada día le duela menos.

Intentando buscarle en otro lugar pero no.

En realidad no quiere, a su manera así lo quiere y no para de buscarlo.

Aun cuando no lo logre alcanzar.

Por más que sepa que ni siquiera uno de sus suspiros tendrá su nombre.

No le importa.

Solo verle de lejos le llena de alguna manera.

Y así, de pequeñas cosas se alimenta.

Ha entendido que no debe perseguir al amor, más bien dejar que se acerque solo.

Solo así te mantendrá vivo.

Siendo feliz con lo que te da y esto te traerá más.

 Para poderlo vivir y padecer.

Porque viviéndolo será para siempre y padecerlo te hará humano.

Chocolates de formolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora