115. Una oruga sin crisálida

45 4 3
                                    

Sigo vagando sin encontrar dónde llegar, al menos no donde me quisiera quedar.

Pero ver que no me puede recibir es suficiente para no quererme acercar, si al menos supiera qué pensará.

No se puede forzar lo que no tiene cabida, a menos que te ayudara a calzar de alguna manera.

Pero sería un disparate.

No existe un "de alguna manera" para lo que traigo conmigo.

Simplemente se puede o no.

Muy a mi pesar parece que no se puede.

Mi amor solo será mio y de ti no pasará  a más.

Caprichos de la vida por jugar ruleta con quien primero le pasó por delante.

Y yo por supuesto pasé en ese instante para llevarme tan loca decisión.

¿Desde cuando se ha visto una oruga navegar en lugar de volar?

Pero es que la ansiedad la mataba, pero no midió que la mar también.

Qué no solo estaba muy lejos sino que tampoco la querían dejar llegar.

Ahora yo toda estropeada contemplo la flor desde mi orilla.

Soñando despierta a que no solo llego sino que tu querías que llegara.

El amor es cosa de dos y simplemente tu no quieres compartirlo conmigo.

No al menos de la manera que yo quisiera.

Pero no tengo tanto que quejarme, al menos tengo un buen palco para disfrutarte.

Porque desde mi orilla puedo escucharte y verte reír.

Puedo despedirte y verte llegar.

Consolarte cuando caes aunque no te pueda abrazar.

Ni hacerles pagar a quien se atreviera a hacerte algún mal.

Pero puedo disfrutar lo poco que me alcanza.

Escondida hasta de ti para que esto dure.

Un amor no correspondido que vive declarada en el anonimato.

Ese anonimato que me hace temblar de pensar en cambiarle ese título.

Así escondida en tus sombras sigo.

Derretida a cada hola que envías.

Asfixiándome con lo que quiero decir y no digo.

Muriéndome de ganas de decírtelo todo.

Dolida por los noventa y dos besos que he tenido que hacer poemas para que al leerlos puedan llegar a tu boca.

Cómo se olvida a la más inolvidable historia de amor, lección de vida, auto evaluación y revelación que has tenido en tu vida.

No es que no pueda hacerlo, es que no quiero.

Te quiero aquí impresa en mi retina, bordada en mi piel, amarrada a mi razón y pintada en mi sonrisa.

Porque muriendo también se vive.

Con la dulzura más amarga y lo salobre de mis alegrías.

Tú.

Tú

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Chocolates de formolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora