¿Problemas con el reciclador?-EDITADO

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 Adjunto foto de Miku

Fabio

Los momentos que compartí con Saya, fueron muy especiales y es una lástima que tenga que acabar con su vida. A diferencia de los seres humanos los ángeles negros tenemos asignado nuestro deber y es indiscutible, es lo único que nos define, somos como esclavos... sin voz... sin voto. Realizar la ceremonia burial, recolectar las almas y reciclarlas según estaba decidido por los ancianos.

Al ser un ángel de la muerte relativamente joven, y a diferencia de mis mentores yo había nacido así. Los demás ángeles de la muerte cumplían penas muy severas por hacer de las suyas cuando eran seres humanos y por entrometerse en asuntos relacionados con los ángeles blancos que aún desconozco.

Tomar la vida de los seres mortales era interesante. Siempre miraba más filosófico el asunto, lo tomaba como un juego de estrategia. Me sentía digno y orgulloso de balancear el tránsito de almas. Aunque no todos nosotros lo tomáramos así aceptábamos la carga de nuestro deber.

Al conocer a Saya nunca me imaginé que fuera yo quién reclamaría su alma. Sentimientos encontrados y desgarradores al fin. Al principio pensé que Vania me estaba gastando una broma, puesto que el caso de Saya estaría en sus manos. Quien mejor que nuestra reina, líder y guía para hacer la reclamación del alma del ser mortal que había tenido tanto impacto en mí, pero los ancianos me pasaron el caso de Saya a mí. El asunto con Saya tenía algo muy sucio, pero no lo descubriría hasta ser muy tarde, muy, muy tarde.

Con cierta inseguridad le avisé a Saya sobre el día último de sus existir, no le di destalles pero iba a ser una salida explosiva de este lugar, algo no muy grato.

Estuve con ella todo el tiempo que pude pero nunca es suficiente para cuando tienes que despedirte. Sumergido en nuestra conversación, sin notar nada... Hasta que vi a un ángel blanco llevarse a Saya.

Primero me alejan de ella, la abducen y para qué? Su muerte tenía truco, aún no podía descifrar lo que me inquietaba sobre toda esta situación. Seguí a Saya, lejos pasé a un plano divino a la dimensión donde se encontraba ciudad blanca.

No lo comprendía pero algo era certero me habían robado un alma. Luché con la ira entorpeciendo mis reacciones. Me descuidé...

Vi como Saya se interponía entre la espada de Gabriel y yo. ¿Así era como terminaba su vida? Tenía que cumplir con mi deber, al menos Saya podría tener la libertad de empezar su vida como alguien nuevo en pocos momentos. Ya que al morir en pocos segundo era regresado a la tierra como un ser nuevo o si había sufrido mucho descansar 1 eternidad en el paraíso y luego regresar a la tierra.

Al momento de pasar 1 vez mi guadaña no pasó lo planeado, se supone que el alma debe de salir de su cuerpo y nosotros como ángeles negros recolectarla con mucho cuidado y llevarla con los cuidadores de almas para que estos a su vez las llevaran a ser juzgadas. Volví a pasarla y seguía sin pasar algo.

Con Saya no pasó nada de eso, su alma se transportó a otro lado, a un lugar muy lejano fuera de mi jurisdicción. Gritos de alegría y festejo se escucharon a mí alrededor, ¿qué estaba pasando? Sin comprenderlo me levanté del suelo de aquella lujosa sala cuyo piso estaba manchando con la sangre de Saya, la humana que me hacía sentir diferente, tal vez me hacía sentir amor, amistad...no lo sé.

Presencié un cambio en la dimensión, un nuevo ángel nacía, tomando el alma de Saya, frente a mis ojos... La furia me inundó, alguien me había suplantado en mi deber, algo prohibido, dejé pasar aquella situación con Saya y su muerte, pero capturar su alma y hacerla inmortal!! , ¡No!

Con mucha ira la miré a los ojos y desaparecí de su presencia, sin titubear, estaba muy enfadado con los ancianos al permitir tal atrocidad y sin ser avisado. Pero enfadado conmigo mismo, era mi culpa que ella se volviera un ángel muy en el fondo lo sabía.

Fui hacia donde los ancianos y al parecer ellos estaban al tanto de la situación que Gabriel realizó y les pareció innecesario hacérmelo saber. Si ya estaba furioso con lo de Saya, saliendo de la dimensión de los ancianos había perdido la razón habían pasado por encima de mi autoridad. Vania siempre me dijo que ellos escribían el final de la historia de los mortales, supuse que serían más sabios y responsables con sus acciones. Que equivocado estaba.

Derrotado, regresé a las cuevas dimensionales. Reuní a los ángeles de la muerte y les comenté lo sucedido, solo habíamos sido creados 3 en todo este tiempo. Vania era algo así como la líder de los ángeles de la muerte y Ágata era el otro ángel de la muerte. Nosotros 3 nos encargábamos de recoger las almas de todos los seres vivos y llevarlas al reciclador, o como usualmente le llaman la sala del juicio.

Vania escuchaba con atención, sumergida en sus pensamientos. Ágata y yo impacientes por su respuesta le preguntamos qué hacer. Con la mirada nos dijo que la siguiéramos. Volamos entre los canales de las cuevas y al llegar al lugar me di cuenta dónde estábamos. Aero, el no alado.

Vania ya le había comentado a Aero con anterioridad la situación por la que estaba pasando el balance. Y tras concluir que era obra de los ángeles blancos, que las catástrofes con el tránsito de las almas fueran recurrentes, que no nos dejaban llevar las almas al reciclador lo que daba como resultado menos nacimientos humanos, el desbalance, el dolor en nuestros cuerpos... nos pusimos a discutir que era lo mejor que podríamos hacer.

La situación siguió por varios años hasta que hartos decidimos tomar medidas drásticas. Los ángeles blancos eran muy dados a materializarse frente a los seres humanos para que creyeran en lo divino o por simple deseo.

Aprovechamos ese estado de materialización, junto con Aero un creador de dimensiones se creó una dimensión en donde podíamos reciclar a los ángeles y dependiendo de su longevidad como seres lados eran las almas nuevas que se crearían.

Nuestra táctica nos ofreció muy buenos resultados y en pocas décadas recuperamos el balance en el tráfico de almas. Debo admitir que en ese tiempo Vania se volvió muy sádica, torturaba y jugaba con los seres alados que caían en sus manos sin compasión, nos preocupó evidentemente cuando Ágata y yo descubrimos su cava de ángeles más muertos que vivos.

No podíamos frenarla, tenía autoridad sobre nosotros, temíamos que los ancianos decidieran borrarla de la organización. Que nos quitaran a nuestro pilar. Pero aún así seguimos reciclando a ciertos ángeles, los demás pasaban a manos de Vania sin saber lo que hacía con ellos...

En una de mis rondas como ángel de la muerte, me tocaba recolectar el alma de una chica llamada Flora, me apresuré al lugar antes de perder esa alma por garras de seres alados. Mi sorpresa fue aún mayor cuando me encontré con un ser alado materializado junto con el alma, al parecer iba a tener una presa muy fácil...

Las Crónicas del Ángel de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora