Sílice-EDITADO

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La creación de los ángeles de la muerte.

Vania

Cuando tomé entre mis manos el alma de Ágata para ser reciclada se sentía pesada, un escalofrío recorrió mis alas y mi espalda, pero antes de averiguar el por qué... apareció Erick, el grande.

A regañadientes me había apoyado con la idea de tener a Ágata bajo mi supervisión, siendo clave ella de un gran y estratégico plan fuera de mi comprensión... estaba segura.

Habían sido pocas las veces en que Erick, el grande, llegaba sin aviso previo, una de ellas cuando llevaba el alma de Ágata a reciclar y cuando por error convertí al chico en ángel negro.

Erick parecía que Erick, el grande, se las arreglaba para llegar en los momentos menos indicados, ambos instantes en que un ángel de la muerte... nacía.

Conforme Aero le explicaba a Fabio como ser un ángel de la muerte, Ágata y yo recolectábamos las almas y las reciclábamos. No sabía si creerle o no a Ágata toda la sinceridad que parecía demostrar.

Pasó el tiempo para los mortales y Fabio se incorporó a sus actividades como ángel de la muerte. Siempre rondó en mi mente lo que dijo Erick, el grande. En el futuro mortal, cuando Fabio se alineara con su tiempo algo pasaría. Aero no explicaba mucho sobre cómo encontró al chico o en qué tiempo, para prevenirnos de cualquier suceso.

Tanto Fabio, como yo nos convertimos en bombas de tiempo...

...

Hay un problema con el balance de las almas, la mortalidad se atrasa cada vez más y los nacimientos se multiplican.

La sala de juicios estaba en desajuste, por eso acudí a Aero y él resolvió que el reciclador debía sufrir una ligera modificación, podíamos reciclar las almas de los alados y suplir la demanda extrema de natalicios con muy pocos ángeles blancos.

Pero...pronto empecé a notar el escalofrío al tocar algunas de las almas al momento de extraerlas, tal como había sentido con Ágata. Algo me decía que no era bueno reciclarlas, así que no lo hice.

Seguía pasando lo mismo con algunas almas. Harta de sentir esa sensación incómoda empecé a indagar más sobre el asunto lo que me llevó a una gran muestra de ángeles blancos. Sus almas parecían normales pero al momento de tocarlas no lo eran.

Fue difícil entrar al centro de las almas de los ángeles blancos pero al inmiscuirme en los adentros de sus almas descubrí algo inquietante, ángeles atrapados, en un estado de hibernación, y a seres desconocidos compartiendo el mismo cuerpo.

Comprendí que lo que tenía enfrente de mí era algo que me rebasaba. Los mensajeros celestiales se encargarían de esto, pero tendría que tener pruebas suficientes. Poco a poco la "colección" fue creciendo, hasta un punto que fue absurdo.

Fabio y Ágata evitaban entrar a dónde tenía las evidencias, jamás lo discutí con ellos, bueno para ser más exacta con Ágata. Ella no parecía recordar nada de sus vidas pasadas. Yo no tenía el poder suficiente para indagar en su alma y saber qué es lo que planeaba Gabriel y Charyes.

Eran tantos seres alados en ese estado que me hizo pensar que Gabriel estaba burlándose de mí en cierta manera. Cuando tuve suficiente, llamé a Erick, el grande...

Estaba adentrándome en las dimensiones alrededor del cuerpo de un ángel blanco cuando divisé al mensajero celestial. Erick, el grande se había tomado su tiempo en llegar hacia dónde me encontraba.

Erick nunca mostraba sensación alguna como todos los alados blancos, pero al momento en que se rompió la estabilidad en el ángel que estaba inspeccionando, la reacción de Erick, de un desconcierto y temor tan grande hizo que actuara de manera inmediata.

No era un caso ordinario, no había seres atrapados en esté ángel blanco, era una puerta dimensional, una puerta hacia lo desconocido. Lo envié al lugar de su creación, fue lo que se me ocurrió en ese momento.

Sabía que Al. Gabriel estaba implicado, pero no comprendía el propósito. Muy en el fondo sabía que Erick no se portaba tan atento conmigo porque le cayera bien... Erick me estaba vigilando, desde que me convirtió en ángel negro, siempre estaba al tanto de mis asuntos. Trataba de que eso no me molestara, pero siempre supe que Erick no confiaba en mí.

Erick siempre trataba de averiguar donde estaba Darien. Yo... yo no le tenía la confianza de decirlo, a él o a alguien. Pero Fabio... él sabía de la localización exacta de Darien. Todo por un descuido mío...

Ya había trascurrido bastante tiempo y no encontraba la forma de salvar a Darien. Lo veía sufrir cada vez que iba hacia la dimensión, y el no poder ayudarlo me rompía el alma. Varias veces me llegué a preguntar si Erick era de confianza, y tal vez le podría decir que me ayudara a que Darien no desapareciera.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por Erick, tenía que acompañarlo. Decir que estaba nerviosa era un cumplido. Así que agarrando un poco de valor, seguí a Erick a la dimensión de los mensajeros celestiales.

Era una dimensión demasiado extraña, inteligencia de sílice por doquier...

Al llegar vi a otro mensajero celestial. Se me hacía demasiado familiar. Pero antes de recordar algo me entregó el control total de las almas de los ángeles blancos. Confundida acepté la promoción, comprendí más tarde que era debido a que el consejo de ancianos había sido eliminado.

La razón de ser promovida... recoger las almas de los ancianos...

Solo hice lo que me correspondía, pero de alguna manera la situación se tornó en mi contra.


Las Crónicas del Ángel de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora