Culpa-REEDITADO

227 13 3
                                    

Saya

Erick, el grande estaba poniendo al corriente a Vania, pero el tiempo estaba contado, aún no sabía si con todo lo que les había contado serían capaces de detener a Luxa.

Shitala no se andaba con rodeos.

Mientras discutían qué era lo mejor que podían hacer, aún no podía quitarme la culpa que sentía por las palabras tan duras y crueles que le dije a Fabio. Tarde o temprano tendría que afrontarlo y esclarecer el malentendido.

Lo conocido podía acabar en cualquier instante y yo estaba más preocupada, pensando en Fabio. No había manera que Fabio imaginara que me convertiría en ángel blanco. Empezaba a sentir grandes remordimientos, la amistad de lustros hecha añicos por mis niñerías.

De cierta manera me excusaba en las circunstancias que pasaron, pero la conciencia me corroía por dentro, una de las grandes desventajas de ser mortal sin duda alguna era el de tener conciencia.

Durante el transcurso al lugar me apoyaba en Erick, aunque las heridas estaban sanadas todavía me encontraba débil, la vitalidad me fallaba de a ratos, haciendo que nos retrasáramos. Aero decidió que era mejor si me cargaba él. Iríamos más rápido y tenía más tiempo en formular mis disculpas. Fabio se merecía al menos eso.

Mientras el mensajero celestial, Erick, hablaba con Vania y Aero platicaba con Miku sobre cortinas dimensionales y demás, me acerqué a Fabio.

Mordí mi labio inferior algo fuerte mientras estaba esperando a que notara mi presencia. La curación que hizo Dori el otro mensajero celestial, al fin había tenido efecto en mí y me sentía excelente.

Tal vez fe efecto secundario pero mis 5 sentidos estaban intactos, sin rastro alguno de la enfermedad que me asechara antes de morir y pasar por esta travesía tan peculiar.

Fabio me regresó a la realidad al percatarse que mi labio estaba sangrando. Desvaneció el espacio que había entre los dos con su dedo pulgar, presionó mi labio y la herida dejó de sangrar. Tragué saliva, y antes de arrepentirme agarré de la mano a Fabio y lo alejé de donde estábamos para platicar con él.

Era tan incómodo el silencio entre ambos, hasta que me los perdones salieron de mi boca, poco a poco la opresión que sentía en mi pecho desaparecía. Al final de mi desenfrenado palabrerío, Fabio tenía una media sonrisa dibujada en su rostro cuando un hoyo pareció en el cielo estrellado de ciudad blanca.

Pero... después de eso sentí la presencia de Luxa detrás de mí, apenas una presencia que no tardó ni un segundo pero me hizo desaparecer...

Lo último que vi fue a Fabio lanzándose al ataque, mientras caía solo pensaba en que algún día me reuniría con Fabio, que algún día volvería a sentir ese backflip en mi corazón al verlo sonreír...

Mi alma se desvanecía y mi cuerpo yacía en las arenas tornadas de rojo con la mirada fija en la batalla. Me transportaba a un destino incierto y el miedo me invadía.

Fabio me había hablado de lo incierto, a dónde iban las almas perdidas a donde ningún mortal había ido nunca y a donde al parecer mi alma pertenecía.

Un lugar a dónde nadie iría por mí, y tan solo con una pequeña chispa de fe, en la cual depositaba la esperanza me engulló.

.

.

.

y

.

.

.

desaparecí.


Las Crónicas del Ángel de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora