MATRIOSKA

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Vania

Mucha de la literatura mortal hablaba de la muerte como el fin de su existencia. Aunque para sus almas era un nuevo comienzo, siempre la visión era trágica.

En retrospectiva siempre fueron afortunados, sus sacrificios nunca serían tan grandes como los de los inmortales.

Aún no podía asimilar las situaciones tan cambiantes en este lapso tan corto.

Para que todo siguiera fluyendo con armonía era necesario renunciar a todo. Renunciar al sueño de salvar a Darien.

Era en esos momentos que deseaba fervientemente ser egoísta tal cual eran los mortales. Pero el balance era más importante y viendo esta situación desde otro punto de vista... Darien al fin podría ser libre.

Todo este tiempo me había empeñado en buscar cómo culpar a Gabriel de todo lo que había pasado con Darien, conmigo, con todo... Era demasiado cansado buscar la aguja en el pajar, aún tendiendo todo el tiempo del mundo.

Me pesaba mucho que me hubieran incriminado la muerte de Darien. Nadie se encontraba de mi parte, ni siquiera los poderosos mensajeros celestiales. Aero era el único que sabía que no era la causante de su "muerte", pero aun así no pude decirle nunca que Darien estaba atrapado en una semilla dimensional.

Creo que nuestra amistad se fracturó un poco al yo ir a mi llamado y por más que intenté arreglarla no pude. Ágata había tomado mi lugar muy rápido. No era la culpa de nadie.

Desde el encuentro bélico con Ágata, no me cupo ninguna duda que Gabriel y Charyes tenían algo que ver. La creación del consejo de ancianos... era innecesaria. Pero bastantes arcángeles lo apoyaron. Nunca supe con qué fin lo hicieron... y al parecer nunca lo sabré.

Ágata era la clave, y al convertirla en ángel de la muerte simplemente bloqué todas las puertas de acceso a la información que necesitaba. Tanto de su alma como la ayuda de los mensajeros celestiales.

Fueron tiempos obscuros desde que encerré a Darien en la semilla dimensional, y parecían tornarse más negros. Los mensajeros me tenían en la mira y constantemente había inspecciones en las cuevas. Se tornó rocoso cuando Fabio se convirtió en Ángel de la muerte.

Se avecinaba algo grande, nunca imaginé que estaría relacionado con lo que Gabriel provocó. Como siempre fui llamada para ser incriminada por lo que les pasó a los ancianos.

Gabriel tenía que ser capturado y procesado por todo lo que había hecho. Pero.... Eso ¿sería suficiente? No, no lo sería.

De algo estaba segura. Al alma de Gabriel no la reciclaría, no permitiría que alguien más se atreviera a siquiera imaginarlo.

...

Ni en mis sueños más alocados se formó la idea de que algún día yo pudiera acercarme de nuevo a los ancianos, sin restricciones, y con toda la autoridad de recolectar sus almas.

De cierta manera fue como venganza servida en charola de plata.

Contemplaba mis opciones, salir de ciudad blanca y que permaneciera mi nombre manchado con las mentiras que Gabriel y Charyes crearon. O... al fin confrontar esta situación.

Estaba lista para deslindarme de las cadenas, eso pensaba. Erick apareció instantes antes de entrar a la plaza de la ciudad donde todos los ángeles blancos que me dieron la espalda estarían, solo para decirme sobre la puerta dimensional. Gabriel planeaba abrirla.

Un ser de lo desconocido, Shitala.

Un híbrido, Luxa.

Un ángel artificial, Silver.

Y la cereza del pastel una humana, Saya.

Todo se resumía a una palabra MATRIOSKA.

Todo empezaba a tener sentido. Todos esos cabos sueltos, los híbridos, el ataque incesante de Gabriel. La muerte de Darien, que originalmente era para abrir la puerta multidimensional. Procesando toda esa información solo me hacía más responsable de lo que estaba por ocurrir.

Nadie a excepción de Fabio sabía sobre la bomba de tiempo dentro de esa semilla dimensional. Nadie sabía que Darien todavía no estaba muerto...

No podía seguir ocultando el hecho de que Darien seguía con vida, o mejor dicho atrapado en vida.

No es que me importara conservar las vidas de los ángeles blancos, pero sabía de la importancia de la estabilidad en las dimensiones, siempre dependía de las interacciones entre los seres que lo habitaban y si no había interacciones era obvio que la dimensión de ciudad blanca colapsaría.

...

Un momento estaba hablando con Erick, y al otro boom batalla entre ángeles. El número de almas contaminadas era increíble. Muchos híbridos.

Sentí una presencia desconocida y familiar a la vez, apenas logrando proteger mi existencia, giré y confronté al ser, era Ágata. O Graí, la banshee, como Erick me comentó.

Su mirada estaba vacía la mayoría del tiempo, de vez en cuando Graí decía que acabara con la maldición de Saya, o que la liberara de la suya. Pero no me daba ni un descanso.

Nadie esperaba que la humana muriera. O que una deidad la enviara directamente a lo incierto. O que esa humana en especial fuera el alma gemela de Fabio.

En el momento en que Fabio al fin pudo herir al híbrido la puerta multidimensional se abrió y Shitala fue directo hacia el otro lado. El tiempo se detuvo por completo.

Dori y Erick se llevaban a Aero, que seguía inconsciente. Aero nunca tuvo buenos reflejos. Se acercaron a mí como si no estuviera teniendo una batalla a muerte con una banshee.

Dori había congelado el tiempo cuando estaba en una posición contorsionista. No se molestó en descongelar mi cuerpo.

Los superiores habían dado por perdida la dimensión entera. Ya habían roto los enlaces de las demás dimensiones ligadas a ésta. La encerrarían en un ciclo repetitivo sin fin, y la mandarían a lo desconocido.

Pero necesitaban cerrar la puerta ya que interfería con la señal de los controles situados en la dimensión de sílice, de donde eran los mensajeros celestiales.

Dori me dijo que tenía que cerrar la puerta y la única manera era que se creara una fuerza equivalente. La muerte del Arcángel Darien. Además tenía que recolectar las almas de los híbridos, serían aprisionadas hasta que recuperaran su pureza.

Los tres se transportaron a la dimensión del sílice. Tardé en incorporarme al presente. Estaba esquivando un ataque mortal, típico. Olvidé por un momento que mi existencia estaba en la fina línea.

Graí frenó su ataque y recobró el control de su cuerpo. La maldición se había levantado.


Las Crónicas del Ángel de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora