ESPECIAL DÍA DEL AMIGO

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Hoy en mi país se celebra el día del amigo, y pues, ¡Quise hacer un especial de Aiden y Josh!
Espero les guste 😉❤ y muy feliz día para ustedes también amores 😘❤💞 (Esto fue en julio🙊)

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—¡Lizzie! —gritó con gran felicidad, corriendo hacia la pequeña rubia, abrazándola con fuerza.
—B-Becca —pronunció con dificultad.
—Feliz día, hoy es el día del amigo ¿Lo sabías?
Asintió con la cabeza, intentando quitársela de encima.
—Ven, vamos a mi habitación —le dijo emocionada, tomándola de la mano.
Josh sonrió divertido.
—Adora a tu hija.
—Hacerla llorar —expresó Aiden.
El castaño río y negó con la cabeza.
—No es verdad, Becca quizás es un poquito eufórica, y eso asusta a Lizzie.
—Sí —Pronunció desinteresado Aiden, mientras caminaban por el patio de la casa.
—¿Recuerdas cuando eramos niños? ¿Lo bien que lo pasábamos juntos?
—No.
—Oh vamos, se que lo recuerdas...

-o-o-o-o-

-AÑOS ATRÁS-

—Esto es aburrido para jugar solo —susurró el pequeño castaño, mientras miraba su reciente adquisición.
Escuchó como la puerta principal se abría, y le daban la bienvenida a una mujer.
—¡Aiden! —exclamó sonriendo, mientras salía de su habitación y bajaba rápido las escaleras.
Al llegar a la sala, pudo notar al niño y su mamá.
—¡Has venido hoy también!
—Sí, Aiden no podía quedarse solo es casa —pronunció la mamá del niño.
—¡Eso es genial! Ven, vamos —expresó entusiasmado, tomándolo de la mano.
Aiden solo lo siguió, en silencio, sin decir nada.
Era un niño muy callado.
—Mira, esto me compró mi papá hoy, lo trajo desde, mmm.
Se llevó un dedo al mentón, intentando recordar el país.
—Bueno no importa —sonrió restándole importancia—, ¿quieres probarlo?
—¿Qué es?
—Es un robot —le dijo sonriendo mientras lo encendía.
—¿Y qué haces?
—Pues... Con estos controles puedes manipularlo, y con esta tablet, puedes ver lo mismo que él.
Se sentó junto a Josh y observó como lo hacía caminar.
—¿Habla?
—Mm, creo que sí.

-o-o-o-o-

—¿Quieres? —le dijo ofreciéndole.
Negó con la cabeza y lo observó con  el ceño fruncido.
—No consumo porquerías.
Sonrió divertido mientras le daba una calada a su cigarrillo.
—Lo había olvidado, Aiden el correcto.
—Claro, Josh el idiota.
—Exageras.
—¿Exagero? Josh tienes dieciséis años y ya fumas ¿Qué vendrá después?
—Solo es un cigarrillo, no es para tanto.
—Te gusta probar todas las mierdas que te muestran —pronunció con molestia—, ¿Harás lo mismo si te traen drogas?
Se encogió de hombros, mientras ambos caminaban al establecimiento.
—Quien sabe, la vida es tan corta.
—Y lo será más si continuas de este modo.
—Estaré bien, no te preocupes.

-o-o-o-o-

Suspiró cansado, harto de su vida.
A sus veinte años, tenía que llevar sobre sus hombros la responsabilidad de una de las empresas más grande de su país, y ni siquiera era suya.
Era del estúpido de su amigo, que por sus excesos, no podía hacerse cargo.
Hacía más de tres días no sabía nada de Josh, se había hartado de llamarlo por teléfono y que no contestara, por lo que luego de salir de su trabajo, se estaba dirigiendo a su casa.
Era un casa bastante amplia, de dos pisos, pero muy modesta comparada a la casa de sus padres donde siempre había vivido.
Golpeó la puerta dos veces y esperó a que alguien lo atendiera.
Las ventanas estaban abiertas, el auto en el patio, mal estacionado, Josh debía estar.
—Abre la puerta Josh, llevó casi cuarenta y ocho horas sin dormir y creeme que estoy con un humor de mierda, abre ahora o juro que cuando entre, te parto la cara —bramó con rabia, volviendo a golpear.
Al no recibir respuesta, busco en su saco el llavero, allí además de tener las llaves de su departamento, tenía la de la casa se Josh.
La cual fue innecesaria, ya que la puerta estaba abierta.
Se cubrió la nariz, con asco, allí adentro había un olor muy fuerte, y no sabía a que era.
Abrió las cortinas, luego las ventanas por completo, para ventilar un poco el lugar.
Caminó con molestia por la sala, observando ropa, botellas vacías... Jeringas.
Frunció el ceño con rabia, apretando sus puños.
Fue a la cocina, sin encontrarlo, al baño, tampoco, por lo que supuso que estaría en su habitación.
Subió las escaleras, sin tocar las barandas de los costados, su aspecto denotaba claramente que hacía tiempo no las limpiaban.
—¿Estás aquí? —preguntó estando a un par de pasos de la habitación.
Observó la puerta entre abierta y pudo ver el cuerpo de alguien tendido a la cama.
No era la primera vez que lo encontraba dormido por su grave estado de ebriedad, y ya no sabía realmente porque se hacía eso.
Suspiró y entró.
—Josh, despierta —pronunció hastiado acercándose a la cama.
Solo llevaba un pantalón y tenía el torso desnudo.
Lo tomó del hombro y al girarlo, su rostro palideció, sintiendo un escalofrío helado recorrerle el cuerpo por completo.
—No, no —exclamó desesperado, acercando su rostro a su pecho, para ver si aun respiraba, o su corazón latía.
Sus ojos se cristalizaron y lo tomó en brazos, bajando lo más rápido que pudo por las escaleras, tenía que llevarlo a una clínica cuanto antes.

Muñecas de compañíaWhere stories live. Discover now