EPÍLOGO

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¡Hola! Esto va dirigido a mis nuevos lectores, aquellos que han llegado hace muy poquito y no han estado desde el comienzo de la novela.
En los comentarios, hay Spoiler, mucho Spoiler... Y he recibido quejas por ello.
No puedo eliminarlos, cada uno tiene derecho a expresarse como quiera, pero, solo me resta decirles que si entran a leerlos, ya saben con que van a encontrarse.
El segundo libro de esta serie, se llama Slave, es el que deben leer luego de MDC, ya que la secuela, lo que sigue luego aquí, es la conclusión de ambos libros.
Un beso enorme, y espero no les genere mayores inconvenientes.
¡A leer! ❤❤

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Se arrodilló en el suelo y colocó una rosa blanca en frente de la tumba, cuyo nombre escrito decía Nathan Mc'Kallister.
Acarició suavemente la inscripción, sintiendo su pecho doler, habían pasado cuatro años, el dolor había disminuido, pero aún seguía ahí, y sabía que siempre lo albergaría.
—¡Mami! —Escuchó la voz chillona de una niña, acercándose.
Se giró, y observó a una pequeña rubia correr hacia ella.
Sonrió débilmente y abrió sus brazos para recibirla.
—Lizzie.
—No quiero estar sola —reprochó la pequeña.
Miró hacia adelante y a paso lento se acercaba Aiden, sabía que él odiaba visitar el cementerio, más aún llevar a su hija, pero lo hacia por ella.
Se puso de pie, con su hija en brazos, y caminó hasta su marido. Él a tenerla a solo unos pasos de distancia, las abrazó a ambas.
—¿Estás bien?
—Sí —murmuró.
—¿Vamos a visitar al tío Josh?
—Mami no se siente bien hoy hija, iremos-
—No, yo estoy bien amor —le aseguró—, vayamos a casa de Josh.
—¿Segura?
—Si.

-o-o-o-o-

—¡Papi! ¡papi! —gritó emocionada una pequeña niña de cabello castaño y grandes ojos color chocolate—, ¡Lizzie llegó!
Sonrió divertido, esa niña era un pequeño remolino andante, siempre llena de energía, no había como contenerla.
—Está bien hija ¿Por que no-?
Tarde, la niña ya había salido corriendo para recibirlos.
—¿Y Becca?
—Salió corriendo de la casa al ver que llegaba Aiden, sólo espero que no haga llorar a Lizzie.
Tessa suspiró.
—Espero lo mismo, esa niñita es muy sensible.
—Sí, y nuestra hija... Un poco brusca —pronunció con una sonrisa apenada.
Porque así lo era, Rebecca tenía una gran adoración por Lizeth, cada vez que se veían, la abrazaba hasta hacerla llorar, y no es por maldad que lo hacía, si no porque no media su fuerza aún.
Al ver que Becca venía corriendo, Lizzie extendió sus brazos hacia su padre para que la alzara.
—¡Lizzie! —gritó la pequeña castaña con una gran sonrisa.
Aiden la observó y sonrió, no había duda que era hija de Josh, la misma hiperactividad de su padre había heredado.
Ya que a pedido de Josh, la niña había sido creada a partir del material genético de él y biológico de Tessa.
No habría nacido de ella, pero era hija de ambos.
—Hola hermosa —saludó Ann tomando a Becca en sus brazos y besando su mejilla.
—Hola tía Ann —pronunció con una sonrisa, pero rápidamente miró a la pequeña rubia, quien corrió su rostro y abrazó a su padre por el cuello, dándole la espalda.
—¿Por qué no le agrado a Lizzie? —preguntó afligida.
—No es eso cariño, Lizzie se siente un poquito cansada, simplemente eso.

-o-o-o-o-

—Y esta casa de muñecas me la compró mi papá el otro día cuando fuimos a visitar a mi abuela, viene con su propia televisión, le apretas aquí, ¡Y funciona de verdad!
La pequeña rubia la observó y luego se hizo hacia atrás, abrazando la almohada que tenía entre sus brazos.
¿Por qué su mamá la había dejado con ella? Solía quería llorar y salir corriendo hacia sus padres.
Ladeó la cabeza y miró curiosa sus ojos brillosos.
—¿No vas a llorar verdad? No te abracé para que lo hagas.
Negó la cabeza y apretó más fuerte la almohada.
—¿Quieres ver una película? Tengo muchas ¿De qué te gusta?
—Solo... Quiero a mi mamá —pronunció en un hilo de voz.
Se acercó más a ella, haciéndola retroceder contra la cama.
—¿Me tienes miedo?
—N-No.
Se arrodilló y acercó su rostro al suyo.
—¿Vas a llorar?
Asintió con la cabeza, comenzando a sollozar.
La abrazó, sonriendo.
—No seas tonta Lizzie, solo quiero ser tu amiga, no sé porque lloras por todo.
La niña no dijo nada, solo se quedó quieta, dejándose abrazar por la castaña.

Muñecas de compañíaWhere stories live. Discover now