XIX

87.5K 8.1K 2.8K
                                    

Llegó a su departamento, arrojó por algún lado su cartera y luego se quitó los zapatos, tirándolos por allí también.

Se quitó el broche que ataba su cabello rubio y luego de apoco se fue sacando el vestido entallado a su cuerpo.

Sería hipócrita si dijera que había vuelto cansada del trabajo, pero sí, así se sentía.

Fue a su habitación y tomó su tableta, buscando entre los contactos.

Al ver la foto del chico, sonrió y deslizó su dedo para llamarlo.

En la pantalla, pronto apareció un muchacho rubio de ojos azules, sonriendo.

―Hola Roxie.

―Jamie, si no te llamo yo, tú nunca lo haces.

Sonrió entre dientes.

―Bueno primita, a diferencia tuya, yo tengo un trabajo bastante más pesado.

―Sí, si ―le dijo restándole importancia―, es por mi "trabajo" por lo que te llamo.

―¿Qué? ¿Te despidieron? He oído por ahí que a muchos de sus trabajadores han despedido.

―No, a mi no, después de todo a Josh no le conviene hacerlo.

―¿Entonces de que quieres hablar?

―En una semana, se hará una reunión, Josh quiere vender acciones.

―¿Y eso a mí me interesa porque...?

―Quiero que las compres.

―¿Qué? ―exclamó incrédulo―, ¿Es una broma verdad?

―No, no lo es, estoy hablando en serio.

―Y yo también Roxane, fue gracias a su maldita competencia que la empresa de mi padre quebró.

―Es tu oportunidad de tomar represalias.

―Claro, comprando acciones en su empresa, que inteligente Roxie ―pronunció con ironía.

―Escucha, soy la secretaria de Josh, sé la cantidad de dinero que se maneja aquí.

―No me importa.

―No fue Josh quien impulsó los negocios que obligaron a tu padre quebrar, fue Aiden.

―No sé quién es ese.

―El perro que tomó la empresa cuando el viejo Phoenix enfermó.

―¿No fue su hijo?

―Por supuesto que no, en ese tiempo no había periódico que no hablara de la vida de Josh y sus excesos.

―¿Y de que me sirve saber que ese tal Aiden fue el culpable?

―Que él ahora, ha vuelto a la empresa, está como director ejecutivo.

Lo pensó por un momento y terminó por negar con la cabeza.

―No, no me interesa realmente.

―Tiene una de esas cosas que tú quieres ―expresó con fastidio.

El rubio rio divertido al escuchar eso.

―¿Una de las cosas que yo quiero? ¿Y que sería eso?

―UN robot de esos que parecen mujer.

La expresión de su rostro cambió completamente por una seria.

―¿Una ginoide?

―Sí, esa cosa, y créeme que ésta está muy bien hecha, apenas me di cuenta de lo que era cuando la escuché hablar, y casi ni se nota.

Muñecas de compañíaWhere stories live. Discover now