Ithia

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Después de interminables horas de viaje, por fin llegaron a su destino

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Después de interminables horas de viaje, por fin llegaron a su destino. Desde la altura, Charleen había distinguido la inmensa isla que era Ithia. Selva, montañas, ríos y lagos se extendían por todas esas fértiles tierras. Lo que parecían extrañas, pero elegantes y cómodas construcciones, se situaban ordenadamente en las calles.

En cuanto la puerta se abrió, corrió al exterior, impaciente por poner los pies en el lugar de su destino.

— ¿Su pasaporte? —la detuvo un soldado.

Observó al resto de pasajeros, todos tenían documentación, el ingreso a humanos extranjeros estaba prohibido.

—Está conmigo —dijo Ethan, con Kari y Liaw llegando detrás de él.

El soldado, al ver a los unuas, se deshizo en disculpas. Hizo una descarada excepción y no les pidió documentación, ni la revisión de rutina por armas.

Salieron de la hermosa terminal, afuera un sol reluciente, altas temperaturas y humedad contrarrestaban el frío de sus cuerpos.

Ithia era tan hermosa, moderna y próspera como los rumores indicaban. A parte de Ethan, Liaw y Kari, Charleen no divisó a otros unuas, ellos vivían aparte, preferían no entablar relación con los humanos a menos que fuese necesario.

Soldados de uniforme blanco recorrían las calles, asegurando la paz en uno de los lugares más conflictivos hasta hacía tres años atrás. Pese a que la guerra había atacado con dureza en esa zona, la gente salía adelante.

Charleen se detuvo, satisfecha por haber llegado tan lejos. Uno de sus sueños más locos se hacía realidad, lo había logrado, había llegado a Ithia. Abrió su bolso y sacó el Stelaro.

—Cumpliste con tu parte del trato. —Se lo extendió a Ethan—. A partir de ahora ya no tienes ninguna obligación conmigo, solo una promesa.

Ethan aceptó el libro. Era verdad, su trato era llevarla sana y salva a Ithia, ya había cumplido. A partir de ese momento, su relación con Charleen era una libre, sin deudas de por medio.

El tesoro de Charleen (Foris #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora