La sociedad de plots paranormales

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Los lacios cabellos pegándose a su rostro por acción del viento se metieron a su boca

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Los lacios cabellos pegándose a su rostro por acción del viento se metieron a su boca. Escupiéndolos abrió los ojos. La muchacha dormía plácidamente sobre él, apoyando la mejilla sobre su pectoral izquierdo. La herida dolía, mas seguramente ya estaba semi cicatrizada. El veneno de draga había intensificado sus síntomas. Sabía que era así, el dolor aumentaba antes de desaparecer, sólo necesitaba un extenso descanso ¿Pero cómo mantenerse quieto cuando Liaw lo acechaba? Desde hacía días que lo seguían, no conocía el motivo, y de seguro Liaw no se lo diría.

— ¿Cómoda? —preguntó en voz alta, despertando a Charleen.

La joven abrió los ojos con lentitud. Comenzaba a desperezarse cuando el guerrero se incorporó torpemente, casi haciéndola caer de la silla. Ceñuda estiró la espalda, dormir encorvada le había anquilosado la columna.

—No te levantes, estás herido —lo regañó mientras él se levantaba de la camilla.

—Ya estoy bien —masculló. Nadie le había pedido que fuese su enfermera o se comportara como su madre. Detestaba que otros se involucrasen con su vida y pretendieran que tenían opinión respecto a sus acciones.

Charleen observó con impresión que la herida de Ethan estaba completamente cicatrizada. O él se curaba en extremo rápido, o durante la noche se había curado con magia, tal como había hecho con ella días atrás.

Ni los médicos pudieron detenerlo. Ethan se movía lento y pesado, aun más que en días anteriores. Mas su tozudez le tapaba los oídos. Muy a su pesar, Charleen lo acompañó hacia la posada. Ignorándola, Ethan se metió a su habitación, para luego abrir la puerta y advertirle:

—No salgas. Quédate en tu habitación hasta pasado mañana, sólo puedes bajar a comer, dile al posadero que yo le pagaré luego. —Volvió a cerrar la puerta y se desplomó en la cama, para caer profundamente dormido.

"Sí claro, tu no me das órdenes" pensó Charleen.

En la ducha se terminó de lavar la sangre. Por fin después de días, agradeció el agua tibia y valorizó más que nunca el jabón y el shampoo; jamás en su vida hubiera imaginado que se regocijaría al ver un inodoro. Se tomó su tiempo para limpiarse, peinar su enmarañado cabello y aspirar el aroma de su piel.

La ropa limpia que llevaba consigo era tan descubierta y delgada como la del día anterior, nada acorde al clima y costumbres de esa ciudad, donde las mujeres solían usar vestimenta más cubierta. Volvió a colgarse la capa de Ethan y fue a visitarlo a su habitación, tal vez como ella, tenía hambre.

—Ethan, vamos a comer. —Ingresó hablando a la habitación. Su compañero no se inmutó.

Lo picó con un dedo, esperando que de improvisto, el guerrero la tomase del cuello, haciendo caso a sus instintos de defensa. Nada pasó, él dormían tan profundo que parecía inconsciente. Charleen apoyó el oído en su pecho. El corazón de Ethan latía con fuerza. Seguía vivo. Sonrió divertida, en ese momento podía hasta matarlo y él no se defendería. Pese a lo divertido de la situación, el ambiente se tornaba aburrido. Decidió salir. El día anterior Ethan le había dicho que comprara ropa, aquello había sonado como una orden directa... lo mejor era obedecer.

El tesoro de Charleen (Foris #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora