Epílogo parte I

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Era increíble como un niño de tan corta edad mostraba tal destreza montando a caballo. Los aristócratas de Dédalo aplaudían cada vez que el pequeño Drake Voght manipulaba al animal para que brincase un obstáculo.

La presentación finalizó con la admiración del público y alguna que otra hipócrita felicitación a la madre del niño.

Drake se negó a ser ayudado para bajar de la montura y recibió cordialmente la mano que su entrenador particular le extendía.

—Perfecto como siempre. —Su madre llegó caminando delicada y elegantemente y le acarició la cabeza, él le agradeció con una ligera inclinación.

Orietta lo tomó de la mano y llamó a Nanami, la niñera de Drake, para que se apresurara.

—Un niño en verdad prodigioso. —Un hombre fornido y de aspecto sospechoso se aproximó a hablarles. Orietta lo había observado antes desde las graderías. No le había despegado la vista a Drake desde el inicio de la demostración. A ese hombre no lo había visto antes en la ciudad, mas parecía conocer gente del ejército.

—Sí, estoy orgullosa de él. —Inclinó la cabeza con cortesía e intentó esquivarlo. El sujeto la detuvo agarrándola del brazo y Orietta lo miró asesinamente por su atrevimiento.

—Mis disculpas. Mi nombre es Ademar, solo quiero hablar con usted. Estuve conversando con algunos de los tutores del niño, dicen que no es solo prodigioso en la equitación, también en el arte y la ciencia, es incluso algo grande para solo tener seis años.

Orietta no respondió, mantuvo una gélida expresión. Drake la agarró con más fuerza, ese hombre no le agradaba.

—Nanami —la mujer llamó a la joven—. Llevarte a Drake al carruaje, yo los alcanzaré.

La muchacha agarró al niño y lo alejó de su madre. Drake caminó mirando hacia atrás. En algunas ocasiones hombres extraños iban a buscar a su madre, lo revisaban y hablaban sobre él, mas ese sujeto era diferente, no tenía relación con los anteriores.

— ¿Por qué está investigando a mi hijo? —Ya con Drake y Nanami lejos lo interrogó.

—Es un niño muy singular, demasiado, todos en la ciudad hablan de él y captó mi interés.

Sus palabras eran mentirosas, lo sabía, pero le siguió el juego haciendo de cuenta que le creía.

Después de un silencio incomodo, el fornido y extraño hombre se despidió con una ligera reverencia. Orietta se alejó lento primero, luego aceleró el paso. Algo no estaba bien, desde hacía tiempo que una extraña sensación la sobrecogía, podía presentir que aquel no era el primero ni el último que espiaba a su hijo desde hacía tiempo.

 Algo no estaba bien, desde hacía tiempo que una extraña sensación la sobrecogía, podía presentir que aquel no era el primero ni el último que espiaba a su hijo desde hacía tiempo

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El tesoro de Charleen (Foris #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora