Hablemos de sentimientos

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De forma inadvertida, se adentraron en el monte, era la primera vez que viajaban de noche

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De forma inadvertida, se adentraron en el monte, era la primera vez que viajaban de noche. Estaba demasiado oscuro, la luna no brillaba y el ulular de las aves hacían eco en la lejanía.

Liaw liberó los pies de Kari y la hizo caminar a su lado. Charleen iba detrás, agarrándose de los árboles y asegurando el terreno antes de pisar para no caer en una zanja. Tropezó con una rama, cayendo de cara y causando un ligero alboroto que era percibido por la tranquilidad del lugar.

—Estoy bien —dijo incorporándose antes de dar tiempo a que sus compañeros rieran.

—Nadie te preguntó si estás bien.

Charleen respondió a Ethan con un gesto obsceno y se apresuró para darle alcance y caminar a su lado. Los unuas podían ver en la oscuridad, así que se aferró a la capa de su compañero usándolo como lazarillo.

—Por qué vamos tan lento —se quejó Kari, se impacientaba por el pausado y precavido andar del grupo—. Ah...claro, la humana, ¿no pueden cargarla y acelerar?, es molesto ir a paso de tortuga, los caracoles llegarán antes que nosotros.

— ¿No pueden callarla? ¿Por qué tiene que existir gente tan irritante? —protestó Charleen. Esa guerrera comenzaba a caerle cada vez menos.

—Tú dime, eres igual —interpeló Ethan.

— ¿De qué hablas? Si soy adorable.

—No. eres un gusto adquirido que es diferente. Cuando te conocí me resultabas igual de irritante.

— ¿Resultaba? —preguntó perspicazmente—. Eso significa que ya no te resulto molesta.

—Claro que sí, eres igual de molesta, solo que ya me acostumbré a tolerarte. —La jaló del mentón y la vio en la oscuridad; Charleen no era capaz de descifrar la mirada de Ethan.

—Vaya momento para olvidar mi violín —dijo Kari con ironía, asqueándose por la forma tan familiar con la que ellos dos se trataban.

—Si quieres puedes besarme, así somos dos parejas y no nos sentimos de más —le sugirió Liaw, seductoramente.

Kari amplió su gesto de desagrado.

—Preferiría comer tierra antes que rozar tus asquerosos labios.

Liaw torció la sonrisa y mientras caminaba, recogió un puñado de tierra, lo puso frente a Kari y se acercó lo suficiente para intimidarla.

—Última oportunidad. Esto. —Le enseñó la tierra—. O mis masculinos labios.

Sin aspavientos, Kari se acercó a la mano de Liaw y mordió un trozo de tierra, luego se lo escupió.

—Auch... —pronunció limpiándose el rostro.

Ethan y Charleen se habían adelantado bastante. Encontraron un claro y montaron el lugar de descanso.

—Habla. —Encendieron el fuego y dejaron a Kari en una incómoda situación con sus dos compañeros de la Legión mirándola desafiantes.

El tesoro de Charleen (Foris #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora