La antología de las Beatlegirls

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¡Suficiente! Ninguno de ustedes sabe lo que significa esto, nadie puede entender el gran peligro que mi vida y la de todos corre, si la grabadora de Paul queda en manos de Lennon. Estaría completamente segura de que no se trata de nada grave, si John me la hubiera dejado escuchar. ¡Pero no! Se pone peor que un perro rabioso cuando alguien habla de ese asunto. No hay duda, tiene información valiosa, no lo puedo mandar a asesinar, ahora su vida corre un total y eminente riesgo gracias a la amenaza que (estúpidamente) le hice, debió de haberle dicho a alguno de sus tantos hijos, a George o a Brian Epstein que su vida corría peligro, así que tengo que atacar de otra manera antes de que haga algo terrible con la grabadora que posee en sus manos.

Así que... me deje llevar por la regla, ¡Nadie hará mejor un trabajo que tú puedes hacer! Bueno, con una pequeña ayuda de mi compinche en el mal, mi querido Henson.

Yo entré por el balcón de una de las tantas habitaciones de Kenwood, fue fácil de hacer. Llevaba un pans, pues era necesario ir lo más cómoda posible ante una de mis primeras locuras que era examinar, entrar ilegalmente, y robar la grabadora de una casa. Salí rápidamente, caminé de puntitas. Observé la hora, 11:29 am, era momento de que Henson entrara en acción.

—Señor Lennon—dijo la sirvienta, pude oírla, la sala estaba justo debajo.

— ¿Sí, Dorothy?

—Lo busca alguien.

— ¿Nombre?

—Henson Mills.

— ¿Viene con Jane Asher?

—No, no, viene solo.

—Extraño...—pensó en voz baja— Bien, dile que puede pasar.

John ya empezó a sospechar, no había duda de que en cualquier momento iba a subir, deduciría que yo estoy aquí... así que ¡No podía perder tiempo!

Caminé rápidamente hasta la habitación de John, se veía muy normal, ¿Cómo supe que era de John? Por los cuadros religiosos y las cruces que se encontraban, además, tenía una fotografía de Cyn y en frente una vela. No hay duda, es tan predecible.

¡Tenía que empezar a buscar ahí! No había duda, mis matones lo golpearon lo más que pudieron, ¡No es posible que no hayan podido encontrar nada! Ni siquiera en el aspecto físico de John, ni en sus maletas o algo por el estilo, no había duda, entonces... la grabadora estaba en la casa.

Me acerqué a la puerta para escuchar como Henson ya estaba en su dura y ardua labor de distraer a los Lennon.

"—Hola John—dijo él.

"—Henson Mills, un placer, ¿Qué se le ofrece?

"—Necesito hablar con usted, más bien... con todos los de su familia, por eso, me gustaría que todos se quedaran aquí."

¡Idiota! Más obvio no pudo haber sido, si John no se da cuenta, habrá sido un verdadero y auténtico milagro.

Busqué en todos lados, en sus cajones, detrás de sus cuadros, debajo de la cama, en la pared (por si había un compartimiento secreto), en los libros, en las cruces, en la ropa interior, en los sacos, abrigos, chalecos, pantalones, zapatos, calcetines, arreglos, en las cortinas, debajo de toda la maldita alfombra pero... ¡¡No!! Nada, piensa, piensa Jane. John no sería capaz de decirle a sus hijos de todo lo ocurrido desde 1981, no podría hacerlo, no tiene la valentía suficiente como para explicarles a sus hijos de todo eso. Pero... entonces, ¿Dónde podrá estar?

—Henson—dije a través de mi micrófono secreto, mi novio podía escucharme porque tenía un auricular en su oído—, observa, observa a John, dime lo que ves.

The Beatlegirls 2Where stories live. Discover now