Concierto para Paul.

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Hola, soy... John Lennon, son las 11 de la noche del 17 de abril de 1998, mañana será el funeral de Paul. Estoy en mi residencia en Kenwood, en St. George's Hill y todavía no puedo creerlo ni asimilarlo, les sonará extraño, pero estoy encerrado en mi armario, no quiero que mis hijos escuchen esto, no quiero que nadie descubra todo el material que Paul recaudó a lo largo de estos 17 años.

Bien, hoy en la mañana, Jane me llamó diciendo que el deceso estaba muy próximo, no dudé en ir corriendo hasta la casa de los McCartney, Yoko estaba en la sala y esperaba muy campal, subí las escaleras y ahí llegué justo a la habitación de Paul, su hijo James Richard no dejaba de gritar y exclamar su nombre. Jane abrazó a Pauline, a su hijo Maurice y la señora Mary McCartney se unió a este gran duelo, yo entré al cuarto sin que me hubieran dado permiso.

La escena era desgarradora, el hijo mayor de Paul estaba arrodillado frente a su cama y no dejaba de quejarse, exhalaba y suspiraba con locura, empecé a llorar y le di un abrazo. Pero él iba a descubrir nuestro secreto.

—Oh... ¿Qué es esto? —miró la grabadora.

Eso fue lo que escuché hace unos instantes, su voz, sinónimo de que apenas empezaba a grabar, así que nuestra pequeña pelea fue documentada:

—Eh... ¡Dame eso!

— ¡No! Mi papá... ¡Estuvo grabando todo lo que le dije!

—Sí—le arrebaté la grabadora— ¿Algún problema?

—. ¡Dame eso, tío Lennon! —pidió enojado.

—No te voy a dar nada—la cubrí con mis manos—, esto me lo dejo tu papá, es su herencia, su regalo de mejor amigo...

— ¡Qué me la des!

— ¿Qué pasa? ¿Le dijiste algo malo?

Jane escuchó nuestra discusión y pidió silencio por Paul, su hijo Maurice ya había contactado a la funeraria, James se dio cuenta que sus intentos serían inútiles, así que se fue corriendo de la habitación de su papá, Yoko le siguió y ambos huyeron en su automóvil con toda la velocidad que sus piernas y el motor les permitieron.

Maurice y Pauline empezaron a llorar como nunca, yo no entendía porque James Richard había huido así o porque quería quitarme la grabadora, pero pude entenderlo cuando escuché las últimas grabaciones de Paul. Cuando su hijo le decía:

"Papá... papá, escucha, yo sé quiénes son los asesinos de Cynthia"

"—Papá... debo decirte algo, no pude venir no porque no quisiera, sino porque no podía. No tengo permitido dejar a Yoko.

—Wow... tú también has caído en la trampa.

—Y Bristol también..."

Y cuando se detuvo en lo que pudo haber sido el momento más importante de mi vida...

"Los asesinos de Cynthia son..."

¡Y la grabadora se detuvo! ¡No se escuchó nada hasta la discusión anterior que tuve con Bristol! Oh... Dios Mío, ¿Por qué me has castigado así?

¡Paul! Si hubieras aguantado un segundo más apretando el botón de grabar... ¡Me habrías arreglado la vida!

Ya no puedo, no sé qué clases de personas vayan a escuchar mi voz en estos momentos... pero quiero decir que... ya no puedo, esto me come vivo, la pesadilla inició el 8 de diciembre de 1980... ¡Debí haberme quedado en casa! ¿Por qué no pude salvar a Cyn? ¿POR QUÉ?

(...)

En vez de pasar toda la noche quejándome y llorando como un vil débil, preferí hacer algo más, escuché todo el material que Paul grabó durante estos años, más de una década resumidos en 10 horas. Pero pude sacar nuevas suposiciones:

The Beatlegirls 2Where stories live. Discover now