Capítulo 22.

341 26 4
                                    

- ¿Y bien?

- ¿Qué pasa? – pregunto él.

- Llevamos diez minutos caminando sin rumbo – replique.

- ¿Quién dice que vamos sin rumbo? – respondió con una sonrisa ladeada. Yo sonreí.

                Seguimos caminando unos vente minutos, el día estaba freso, el sol brillaba y  la suave brisa azotaba mis oídos a un compás singular casi como si fuera una canción. Cruzamos solo un par de palabras en el camino, solo yo preguntando a dónde íbamos y el respondiendo que era una sorpresa. Llegamos a un pequeño parque cerca de la costa.

- Okay, a partir de aquí no puedes ver – dijo Nathan.

- ¿Qué? – pregunte confundida, luego vi cuando saco un pañuelo de su bolsillo.

- Date vuelta y quítate los lentes.

- Mmm bien. – dije dándole la espalda, él me quito el sombrero y ató el pañuelo alrededor de mis ojos.

- Así está mejor – comento devolviéndome el sombrero.

- ¿Y ahora qué? ¿Me ataras manos y me subirás a una camioneta o algo así? – pregunte con sarcasmo, él se carcajeo – Ya en serio que ¿hay con esto? ¿Se supone que es algo romántico?

- Si, se supone que lo es – dijo aun riendo. – tranquila no te voy a secuestrar.

                Tras decir eso tomo mi mano y no es por ser melodramática o empalagosa pero JURO que sentí un corrientazo cuando toco mi mano, presumo que el sintió lo mismo ya que apretó más mi mano, ante eso no pude evitar sonreír.  Me llevo casi a rastras por lo que supongo fueron unas dos manzanas más, mientras caminábamos escuche algunas personas comentar “Mira a esos chicos” “Ve a esa chica” y cosas así. Estábamos cada vez más cerca de la costa, podía oler lo salado del mar.

                Cuando al fin llegamos al tan misterioso destino, Nathan me tomo por los hombros y me condujo por lo que pensé era un pasillo, hasta una silla, me  ayudo a sentarme.

- ¿Ya puedo quitármela? – escuche unos pasos.

- Aun no – otro ruido que no llegue a identificar – Listo, quítatela.

- Vale – dije llevando mis manos al nudo, cuando la venda cayó hasta mi regazo, mi mente superdotada, de gran intelecto, alabada y temida por muchos y hasta considerada la mente de un genio, solo fue capaz de procesar dos palabras  - Por Ala…

                Ante mi tenía una imagen digna de ser llamada espejismo, Nathan estaba sentado justo en frente de mí, entre nosotros había una mesa y en ella una pizza con extra de queso, champiñones, maíz  y tocino (mi favorita) un par de copas grandes y una jarra con lo que supuse era jugo de sandía (También mi favorito). Por toda la mesa estaban esparcidas estrellitas de mar brillantes de color naranja. Pero sin duda lo que me dejo más perpleja fue donde nos encontrábamos. Estábamos en un túnel, pero no cualquier túnel ¡ESTABAMOS EN MEDIO DE TIBURONES! Por poco ortodoxo que fuera Nathan Dekker, el quesito holandés me había llevado a almorzar al túnel del Adventure Aquarium.  

- Wao – vacile.

- ¿Y bien? – pregunto sonriendo.

- Tú sí que sabes dar sorpresas – confesé con la mirada desviada hacia una mantarraya – Esto es sublime, Nathan.

- Ósea que ¿te gusta?

- Por supuesto, me encanta, es hermoso… ¿Cómo es que… como es que pudiste preparar todo esto aquí? – pregunte aun perpleja.

GeekWhere stories live. Discover now