Cap. 19: Tu merecido, Tom Benson

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Capítulo 19

Tu merecido, Tom Benson

      Nick entró interrumpiendo el beso y con una cara de preocupación al 100, miró a Edward, me miró a mí y se dirigió de prisa hacia nosotros.

     —¿Cómo estás?, ¿qué te pasó?

     —Bien, Nick, estoy bien.

     —Edward, hermano, gracias por todo pero necesito hablar con mi hermana.

     —Claro, man, no hay problema —dijo soltando mi mano y acariciando mi mejilla.

     Edward salió de la enfermería y me guiñó el ojo. Pude ver como Nick apretaba su mandíbula y sus manos, poniéndolas en forma de puño.

     —Después hablaremos de esto —dijo—. Por el momento quiero saber cómo estás, qué te pasó, quién, cuándo, dónde. Quiero TODO Valerie, dime todo y lo exijo ahora mismo.

     —Nick... yo prefiero...

     —Ahora —espetó.

     —Bueno... Yo —aclaré mi garganta intentando no llorar—. Yo iba caminando muy relajada por el colegio y un chico me...

     —¿Qué chico? —interrumpió mirándome fijamente a los ojos y aun apretando su mandíbula

     —Uno de mi curso.

     —¿Cuál?

     —Nick...

     —¡¿Qué cuál, Valerie?! —dijo ahogando un grito—. ¡Carajo, obedece!

     —Tom Benson.

     —¿Y quién es ese? —dijo penetrando mi mirada y apretando la mandíbula dejándome ver sus huesos.

     —Tom es de  mi curso, de mi salón, de mi año y siempre andaba coqueteándome.

     —¿Cómo es él?

     —Es del grupo de los "rudos". El más musculoso, moreno y alto. Con el que tu curso tiene conflictos.

     —Sí, ya recordé, ¡ese bastardo! —dijo mirando hacia el cielo y apretando sus puños—. ¿Qué te hizo?

     —Bien —continué—. Yo estaba en la zona "Forever Alone" y me tropecé contra un poste, me agaché a recoger los libros que habían caído y me empezó a tocar y... —empecé a llorar—. Él... no sé, tal vez él intentó abusar de mí. Me acorraló y me besaba salvajemente e intento abrir mi camisa.

     Nick estaba muy furioso y apretaba cada vez más sus puños. Cogió un vaso de vidrio que había a mi lado y lo botó con fuerza al piso maldiciendo y cogiéndose la cabeza mirando al cielo. Caminaba de un lado para otro intentando calmarse y yo seguía derramando lágrimas. Se acercó a mí y me besó.

     —No voy a permitir que te pase algo malo jamás. —susurró pegando su frente a la mía—. No permitiré que esto se quede así. Él pagará... no sé cómo, pero lo hará.

     —Gracias —susurré y levanté mi cabeza para mirarlo a los ojos—. Te amo, Nick. Perdóname por lo que acabo de pasar con Edw...

     —¡Ay, que romántico! —escuchamos una tercera voz proveniente del mismo lugar en el que estábamos interrumpiendo mi discurso no válido en este caso—. ¡Eres una cualquiera, Valerie! Primero con Edward y ahora con tu hermano.

     Nick, que ya tenía los puños preparados, se giró de una manera dramática dándole un puño en toda la cara a Tom el cual lo hizo perder el equilibrio y caer como vaca al piso.

     —Esto es por hacerle lo que le hiciste a Valerie —dijo propinándole una patada en las cotillas y que estas crujieran como trituradas—. Y esta, es por llamarla "cualquiera" no la compares con tu madre, imbécil —y diciendo esto le dio una al otro lado de la costilla, haciendo que estas sonaran de la misma forma—. Y esta es porque quiero, puedo y no me da miedo. —y le dio una linda patada en sus partes íntimas. Tom se retorció ante tan doloroso golpe y sonreí al verlo ahí.

     —Vamos, cariño —dijo cogiéndome de la mano y llevándome fuera.

     Pero... Tom tenía razón. O con Edward o con Nick. Después de que —de alguna manera— Edward me salvara la vida, empecé a sentir una extraña pero linda sensación hacia él, pero amaba a Nick. Tal vez por Edward era sólo agradecimiento, pero por Nick era algo más fuerte, no podía dejarlo ir, era perfecto y no podía creer que llevaba prácticamente toda la vida con él y no había apreciado sus hermosos ojos verdes, su hermoso y alborotado cabello rubio, su piel tan clara, sus labios rosados gruesos pero delgados, sus dientes, su lengua. Edward y Nick eran hermosos pero de una manera diferente.

     No podía permitir que todo esto se volviera un triángulo amoroso, no.

     No podía permitir que todo esto se volviera un triángulo amoroso, no

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Mi Hermanastro, el cuarto de los deseos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora