Cap. 37: Te amo, ¿lo sabías?

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Capítulo 37

Te amo, ¿lo sabías?

 

—¡Valerie! —gritaba Ruth y yo la escuchaba muy de lejos—. ¡Valerie! ¿Qué te pasa? ¡Por favor, muévete, me asustas!

Yo recibía toda la información como una ola que me quería ahogar, era una cosa tras otra. Todo llegaba desmedido y yo no sabía cómo reaccionar, cómo recibir toda esa información.

—¡Jack! —ordenó Ruth—. Sácala de acá

Escuchaba la risa de Tom, el maldito Tom Benson que me quiso violar hace un tiempo.

—¿Qué pasa? —preguntó Tom cogiendo fuerte a Jack quien me tenía ya cargada en sus hombros—. Déjala, ella quiere divertirse conmigo

—Sucio cerdo asqueroso —le gritó Ruth y le pegó una patada en la pantorrilla

—Vámonos, ya —ordenó Karen haciéndole un gesto a Tom con el dedo medio

Y todos salimos. Yo estaba tan aturdida, todo, todo, todo llegaba a mi cabeza y no podía procesar tanto. Llegaban uno, por uno los recuerdos que había olvidado por completo. Recordaba… recordaba a Nick y lo amaba con profundo amor, recordé todo el accidente, recordé cómo terminé en la moto con Edward, recordé cómo pasó todo, recordé TODO.

—Hay que dejarla sola —recomendó Karen—. Vámonos.

Se fueron y yo estaba sola en el salón en el que me habían metido, estaba con la mirada fija en, no sé qué, tenía mis brazos abrazados a las piernas y estaba muy despelucada, luego me puse a llorar, lloraba y lloraba y no podía controlarlo, no sabía por qué lloraba, pero me quemaba. Me levanté, fui al baño, me arreglé un poco el cabello y me eché agua en la cara buscando calmar mis lamentos.

Pedí permiso para poder salir del colegio y debido a mi situación me dejaron, quería estar en mi casa sola, bajo las cobijas y viendo videos de terror mientras comía Nutella y lloraba mucho.

Llegué a casa y tiré la maleta.

—¿Mamá? —grité para ver si se encontraba— ¿Papá?

Nadie respondió, ni siquiera Nick, no sabía si estaba en casa pero me dieron muchísimas ganas de verlo y besarlo.

Subí corriendo la escalera y me paré en seco frente a la puerta de Nick

«¿Qué se supone que le diga? que lo amo, que lo perdono, que es un estúpido, que olvidaré todo, que sigamos como antes. ¡Aaaaaaaah! »

Estaba en mi dilema mental, cuando Nick abrió la puerta y se sobresaltó cuando me vio.

—¿Qué haces acá, Val? —preguntó muy confuso y con solo una toalla atada a su cintura—. Deberías estar en el colegio

—Sí… Yo, eh —no podía hablar, estaba demasiado nerviosa, y verlo a él semidesnudo después de muchísimo tiempo, no ayudaba en lo más mínimo—. Yo me sentía mal —y sonreí.

—Estás muy… diferente, rara —dijo sonriendo.

—No, estoy normal —dije con una sonrisa—. Tú deberías cambiarte.

—¿Por qué? —dijo con una sonrisa pícara—. ¿Te emocionas viéndome así?

Solté una risita tímida y Nick se quedó serio analizándome con un gesto el cual dejaba ver su hoyuelo izquierdo.

—¿Por qué no me insultas? —preguntó levantándome la cara.

Mi sonrisa se desvaneció y nos miramos fijamente a los ojos, mi expresión era diferente, su cálido toque me hacía querer amarlo para siempre, sus ojos tratando de saber qué pasaba conmigo, ese hombre me enc.antaba.

—Porque… —no me salían las palabras—. Porque te amo

Dije esto y me tiré a besarlo, lo amaba tanto. Él me abrazó con profundo desespero y me besaba, me besaba como si no hubiera fin. Yo lo amaba, y de eso estaba completamente segura, él lo era todo, todo para mí. Interrumpió nuestro beso y me cogió la cara con delicadeza.

—Te amo, Valerie, te amo. —dijo con lágrimas asomándose por sus ojos

¿Qué más podía pedir de él? Era perfecto y yo, yo soy su hermanastra pero lo amo y este amor no va a acabar en lo más mínimo, voy a luchar por él, por nosotros, por mí y por el hijo que perdí.

—Nuestro… Nuestro… Hijo —dije en medio de llantos—. Ahora sé con seguridad que tú eres el padre, y lo perdimos por mi culpa —dije tirándome al piso—. Lo siento, Nick, por favor perdón…

—Basta, Valerie —me calló Nick y se sentó al lado mío—. No es culpa de nadie, así tenía que pasar.

—Pero, fue todo por mi imprudencia.

—No sabías que estabas embarazada y el accidente, precisamente fue un accidente, pasó sin querer —dijo limpiándome las lágrimas y repitiendo más o menos lo que yo le había dicho a Ruth—. Lo que importa es que tú estás bien y ahora recuerdas todo.

Lo abracé y lloré tanto, tenía que estar con él, él era el único en quien podía poner mi vida.

—Vamos a mi habitación —dijo Nick—. Iré a cambiarme.

—Oye —dije pausándolo— ¿Qué pasa con Paula?

—Ella no es nadie en mi vida, la única que me importa eres tú.

—No, no, no me refiero a eso —dije recordando algo importante—. Ella… Ella estaba en el hospital, en mi mismo hospital y estaba internada.

—¿Qué? —exclamó Nick muy sorprendido

—Sí, estaba allá y hablamos un poco pero no me dijo el porqué de su estadía.

—No sé, y la verdad, amor, no me importa.

—Pues, a mí sí —dije levantándome—. Dame el número de ella.

—No lo tengo.

—Te escuché hablando con ella, no me mientas de nuevo, por favor.

—Yo eliminé su número, Facebook, Twitter, todo lo de ella —dijo—. Ella salió de mi vida en su totalidad.

—Ok, entonces la buscaré yo por Facebook.

—Está bien, preciosa —dijo abrazándome—. ¿Te dije ya que te amo?

—No.

—Bien, pues te amo, y mucho.

—Yo más —y lo besé.

Fuimos a su cuarto y él se cambió, qué lindo fue ver eso. Luego nos pusimos a hablar, yo le conté cómo me sentía sin recordar nada, y como es de esperarse, lloré contándole otras cosas de mis más profundos recuerdos.

Luego de hablar por un poco más de una hora, me quedé dormida en su cama y él se acostó conmigo.

Mi Hermanastro, el cuarto de los deseos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora