Capítulo 30.

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Colgué el dibujo de Keisy en mi escritorio y me quedé viendo el último libro que todavía tenía que leer de E.M.W, por la sinopsis vi que era algo parecido a «Último Alborada», algo así como una secuela que no lo era como tal, más que amor era un camino de aceptación a lo imposible. Eso me echaba para atrás y no quería descubrir como acababa, más que por falta de interés, por desasosiego.

No me devolvió mi camiseta, parece que nunca fue su intención hacerlo, así que ahora yo tengo su camisa que ya no tiene su olor conmigo. 

Los días siguientes no hice siquiera el amago de saludarla. En serio actuábamos igual a como lo hacíamos antes del viaje pero tampoco habían confrontamientos, directamente no nos dirigíamos la palabra. Era muy molesto porque parecía que por cada paso que avanzábamos retrocedíamos dos, o mejor dicho, ella lo hacía, era quién quería esa distancia que tan absurda veo a este punto.

Una tarde llegué a casa después de haber visto a mi abuela, me retiré temprano del trabajo ya que la acompañé junto a Vicent a su traslado de vuelta al asilo. Mis sentimientos respecto a eso estaban encontrados, sé que ese lugar le gusta, vivir ahí es como estar en un hotel cinco estrellas todo el tiempo, tiene una piscina climatizada, atención médica 24/7, instalaciones lindas y bien amuebladas, cuidadoras que están para cualquier cosa que necesite, además de que siempre ha sido muy sociable y allí tiene a sus amigos, yo trabajo mucho como para hacerle compañía e incluso si contrato una enfermera se sentirá sola. La mensualidad que pago es lo de menos, me gusta que esté feliz pero me da miedo un día ir y que ya no esté.

Me recosté en la cama, mis gatos a medida la temperatura sube dejan de dormir conmigo en el cuarto y se van a la sala de estar, así que ahora estaba aún más conectada a mi soledad. En medio de todo el silencio mi móvil sobre la mesa de noche vibró tres veces, lo alcancé estirando mi mano sin querer levantarme. Los mensajes eran de un número que no tenía guardado pero ya sabía de quién era.

Espero estés teniendo una bonita velada, Juno.
¿Cómo te fue con tu abuela? ¿Todo bien?
Si necesitas que atrasemos las grabaciones para que la veas avísame. Puedo hablar con el equipo.

Tuve un fugaz sentimiento de alegría que se esfumó al ser consciente de lo cobarde de su acercamiento; sin que nadie lo sepa aparte de nosotras. Me quedé viendo esos mensajes sin entender nada, confundida, observándolos fijo como si hubiera algún mensaje en código que diera respuesta a mis incógnitas.

Solo le dejé el visto y me fui a dormir, no tenía ánimos de darle el placer de contestarle.

。・:*˚:✧。

Llegué al set otro día más. Iba con el paso acelerado dispuesta a confrontarla en algún momento que nos veamos a solas, pero al entrar mi mirada fue a parar al chico rubio de casi dos metros que no tendría que estar allí, hablando con Don Jason y riendo. Me acerqué rápido.

—Nathaniel.—Lo llamé y giró a verme.

—Hola bebé.—Saludó con una sonrisa.

¿"Bebé"? ¿Me estás jodiendo?

Agarré su mano y lo dirigí conmigo a tirones hasta que llegamos a mi camerino, cerré la puerta con su espalda.

—¿Qué carajos haces aquí? ¿Cómo te dejaron entrar?

Todos los que entrábamos en este estudio firmamos un acuerdo de confidencialidad y en varias partes se aclara que a menos que nuestros invitados también lo firmen no pueden venir, era tanto para evitar que se filtren escenas de la película como para mantener el querido anonimato de la señorita Ward. Es obvio que jamás mencioné que tendría algún invitado aparte de Vicent, quizá algún día invite a mi abuela, pero eso ya sería para cuando estemos por acabar con las grabaciones.

Después de la tempestad.Where stories live. Discover now