Capítulo 6.

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Para no acabar con mi trasero en la calle decidí dar en tema cerrado entre muchas comillas. Si de por sí me cuesta confiar, la capacidad de creer en las palabras de esa mujer está en números negativos, solo me queda mirarla desde lejos para ver si hace un movimiento extraño y evitarla de manera descarada ya que no la quiero tener cerca, es una mezcla entre miedo y asco ya que si bien no se parece en nada a Atwood, nada quita que compartan sangre. Además de decepcionarme cada vez más de haber conocido en persona a E.M.W.

Lo que me tenía más preocupada era Joselyn, no la vi en dos semanas ya que aprovechando que el clima acompañaba la historia empezamos grabamos fuera en distintos sitios de la ciudad. Alguna vez escuché que hablaba por llamada con alguien y se refería a la persona como "Jose", espero sí sea ella y no se haya conseguido alguien con el mismo apodo.

Mi mente estaba en otro mundo ya que suelo ensimismarme con la lluvia y ese día, de la nada, apareció una torrencial y había dejado mi celular en el coche de Davies por estar tan distraída, por suerte recordaba el número de Vicent y con eso pude llamarlo con el móvil de Ivy para avisarle.

Me dijo que lo esperara en la entrada principal del estudio así que comencé mi camino hasta allí. Este lugar es como un laberinto y los pasillos tienen mucho eco, por eso podía escuchar como alguien corría pero no podía ver dónde estaba.

—¡Keisy! —Escuché una voz un poco familiar. —¡No corras!

Supuse que venía desde alguna parte en el pasillo en forma de T, pero no que no podía saber de dónde. Ni tampoco que casi como un déjà vu sentí como alguien chocaba conmigo y en dos segundos me encontraba en el piso de cerámica. Caí con todo el peso en mi codo y dolió como el infierno, casi prefería haber caído con mi culo como aquella vez y así amortiguaba un poco.

—Mierda... —Me quejé abrazando mi codo.

—¡Lo siento! ¿Estás bien?

Ahora quien había tenido la culpa no era yo, pero de nuevo parece que salí la más afectada en cuanto a consecuencias físicas. La persona que cayó conmigo salió rápido sobre mí y allí noté que era una niña de no más de diez años, probablemente menos.

—¡Juno! ¡¿Estás bien?!

Vi a Jose acercarse a mí y ayudar a pararme, lo hice con el brazo que no me dolía y luego de nuevo volví abrazar el que sí.

—¿Qué te dije de correr?

—Lo siento...

Supongo que ya he madurado lo suficiente como para no ser yo la causante de una situación así.

—¿Juno? ¿Te golpeaste muy fuerte?

—Un poco... Pero voy a estar bien...

Sonrió preocupada.

—¿Cómo estás? —Le pregunté para desviar el tema. Quizá solo estoy exagerando con mi codo.

—Bien, un poco estresada pero bien. ¿Cómo estás tú después de...? De verdad yo no quería... Lamento mucho... —Parecía que no sabía qué decir.

—No te preocupes, si bien no era tu intención decírmelo agradezco haberme enterado. Ya hablé con la señora Ward al respecto.

—Oh, sí, por cierto. —Apretó sus manos en forma de agradecimiento. —Muchísimas gracias por haberle dicho que no me despidiera, de hecho lo hizo cuando se enteró, pero me devolvió el trabajo a los días. No tengo ni idea de cómo la convenciste, pero gracias...

—¿Están hablando de mi mamá? —Preguntó curiosa la niña. Dirigí mis ojos a ella abiertos como platos.

Solté una carcajada estupefacta de la ironía.

Después de la tempestad.Where stories live. Discover now