EPÍLOGO

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VANCE

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Tiempo atrás me encontraba en mi oficina viendo mi club y la pelea que se estaba dando desde mi sitió sin convivir con nadie. Trataba de maquinar todo en mi cabeza para que estuviera en calma: tenía que casarme para que el orden criminal siguiera su curso, tenía que encontrar a alguien que no me hiciera arrepentirme del trato que llegara a hacer y tenía que buscar la manera para que mis mentiras no le llegaran a afectar a ella.

En cierta parte lo hicieron cuando quise ocultar información de una mujer que no era nada para mí. Una simple carta de uso y que en el fondo esperaba que nunca la llegara a utilizar.

Fue así, es verdad que tuvimos que pasar por todo un proceso, no solo el que Tabatha fuera mayor quiere decir que ella fue la única que aprendió algo. Yo también lo hice.

Aprendí a crecer con ella, aprendí a entenderme a través de ella, aprendí a sentir de nuevo porque la muerte de mamá me había quitado todo. Por mucho tiempo me culpé y por otra parte también dije tantas mentiras que ya era tan fácil para mí, sin embargo, era algo que me estaba cansando.

Ya no quería esa falsa vida.

Quería la vida que tengo ahora con ella.

Salgo del club yendo directo a mi auto en el que meto mi maleta detrás, estuve organizando unas peleas para el próximo mes en el que posiblemente voy a estar más ausente porque en unas semanas el bebé llegará a nuestras manos. Todo quedará en el poder de Alex y Baldric, no obstante, quise aligerar un poco la carga.

En el maletero acomodo la pelota de Romi y también la carriola de Popi porque esa gallina no se despega de nosotros ni por más que tratamos de hacer salidas rápidas. Si queremos ir de compras para obtener lo que se va a usar en la comida, ella también tiene que ir.

No tengo una hija, tengo dos y un niño a semanas de nacer.

Mi móvil vibra, termino de acomodar todo y tomo la llamada de Alex.

—¿Qué...?

—¡¡Creo que me acaba de romper la nariz!! —Me grita del otro lado de la línea provocando que me aleje el teléfono—. No entiendo a las mujeres embarazadas, te lo juro, estoy intentando hacer de todo para que se calle y no lo hace.

—¿De qué...?

—¡¡La sangre no deja de mancharme la camisa, maldita!! —Un grito del otro lado es todo lo que recibo—. Rompió la fuente y parece que dilató rápido, tienes que venir, a Baldric casi le vuela los dientes.

No digo más y tampoco lo reprendo por las interrupciones que me hizo. Cierro el maletero de golpe y salgo corriendo hacia mi lugar para arrancar. Me vale un bledo que los demás coches me piten o me insulten, los empujo e incluso hago reventar las balas contra el aire para que se muevan porque tarde no voy a llegar.

Me matan si no estoy presente.

Estos meses he estado sobreviviendo y es literal. Tabatha no solo es más dramática, sino que me quiere asesinar por todo. La última pequeña pelea que tuvimos fue porque quería un burrito hecho por mis propias manos, me ayudé de Mindy y al tener un procedimiento, es evidente que tiene que tardar su buen tiempo para que todo quede perfecto.

La señorita se enojó porque lo quería en diez minutos, ya que para los siguientes cinco minutos ya se le antoja otra cosa.

Eso le llamo sobrevivir.

Es bueno que por las noches tenga un espacio con la Tabatha de antes que no estaba embarazada. No me quejo y tampoco me arrepiento. Es normal que afronte tantos cambios en el embarazo y me va a parir a mí. No sin antes contar que de verdad hace un buen trabajo, siguió yendo a su local para seguir vendiendo, siguió yendo a eventos y también se encargó del centro de ayuda que por fin a inaugurado hace un mes.

Inocencia malvadaWhere stories live. Discover now