CAPITULO 18

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VANCE

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Verla disfrutar de estas pequeñas vacaciones es lo que me hace sentir tranquilo, sobre todo por el hecho de que yo no pensé que generara ese tipo de estado. Cuando está a mi lado, cuando vira en mi dirección, cuando estoy cerca de ella o con tan solo tocar su hombro sin intenciones sexuales queda más que claro que se relaja.

Todo su cuerpo se sume en un estado de tranquilidad, lo cual me alegra al saber que ella me considera su lugar seguro, su protector y bien sabe que mientras se encuentre conmigo nadie le hará daño.

Me deslizo dentro del chorro de agua, opté por tomar una ducha temprano ya que tenemos una cita para esquiar y más tarde tenemos que ir al sauna que es lo que más me anima. Todo por el hecho de que todo este tiempo he estado trabajando sin descanso que en realidad son las primeras vacaciones que tomo luego de un largo tiempo.

Mis únicas vacaciones eran en las noches, cuando dormía y descansaba tan solo un poco.

Ayer mientras estábamos en las clases de puntería y disparo, estuvo más que claro que Tabatha es mía, que me pertenece y que por algo le recité el lema de los Cane. Un lema que fue construido para honrar la muerte de mi madre, para recordarla todo el tiempo; sin embargo, entre nosotros tres acordamos que en el momento de que llegara la indicada dejaríamos ese lema de mamá y se lo traspasaríamos a nuestras mujeres.

La razón es sencilla, sabíamos que estábamos solos, que todo este tiempo tan solo nos centrábamos en trabajar y no más. Es evidente que ante la llegada de una mujer correcta, nuestro enfoque y atención se direccionaría a ellas. Ya no tendríamos que estar luchando por el vacío que la muerte de mamá dejó.

Tendríamos que luchar por ellas.

Ahí sería la clara señal de que teníamos que continuar, que teníamos que seguir adelante y que mamá también nos habría abierto el camino para encontráramos a dicha mujer.

He encontrado a Tabatha o también fue con la ayuda de Lars al que le di una buena cantidad de dinero cuando abandonó el ático cuando terminó de comprobar la versión de los hechos de esa tarde en la que vi a Marjorie. Gracias a él también tuve la oportunidad de estar cerca de quien ahora es mi mujer.

Mi mujer.

Siempre supe que esa palabra tendría mucho peso considerando que solo una sola mujer tendría el poder de llamarla como se debe y hacerme explotar por dentro.

Sus pequeñas manos me tocan la espalda, desde atrás me rodea para abarcar mi abdomen y subir sus manos hasta mi pecho para tocar mis pectorales. Tomo un respiro lleno de tranquilidad, repaso mi mano contra mi cara y tiro hacia atrás mi cabello humedecido que caía sobre mi cara.

—Buenos días, dulzura, espero que la estés pasando bien ahora que tienes veinte años.

—No se siente diferente, se siente bastante normal aunque con un año más. —Siento como sus labios se estiran sobre mi espalda, primero para sonreír, y luego para besar mi piel—.  Se siente bien estar en compañía y darme cuenta que en realidad no estas perdiendo para nada.

—¿A qué te refieres?

—Cuando llegamos quería jugar un poco con maldad, así que por eso te dije que si después del viaje no conseguía recuperar a la Tab de antes, me iba de tu lado.

—Te aseguré que eso no iba a pasar, dulzura.

—Eso lo sé y por primera vez no te quise creer.

—Debiste.

Inocencia malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora