CAPITULO 20

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TABATHA

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El regreso a Nueva York es un momento que determina un antes y un después.

Saber que me fui el día de mi cumpleaños con la idea de que todo podía ser normal, cotidiano, nada del otro mundo y regresar para darme cuenta que todo se veía y se sentía diferente es lo mejor.

No solo por las ganas que tenía de luchar por mi libertad, sino porque todo se vuelve a sentir con potencia como antes lo hacía, porque parece que todos estamos en una página nueva pese a que Dric y Lex tengan un par de problemas con mis hermanas.

Debido al cambio que siento dentro de mí, le dije a Vance que tenía planeado hacer en casa una pijamada con mis amigos de la escuela en la que estaba antes. Como estoy estudiando de manera privada y con los mejores dentro de la cadena que incluso Vance paga sin dudar ni una sola vez, mis amigos y yo nos comunicamos cada viernes para hablar de ciertos temas o de sus vidas y de la mía que es bastante interesante.

Tengo todo preparado para esta pijamada, ellos dos: Zein y Jaden me dijeron que iban a venir para contarme todas las nuevas alrededor de su novio y novia y como es que se la están pasando sin mí.

Preparo una gran variedad de postres, tanto una parta de cosas dulces y otras variedades saladas porque a Jaden no le agrada mi exceso de azúcar.

Escucho que las puertas se abren, me parece raro porque Vance dijo que cuando llegaran mis amigos tendrían que mandar el mensaje desde la recepción para que tuviera en cuenta que ya estaban esperando abajo.

Por un lado, me pareció raro, es decir, Vance es un celoso de primera y Dric estaba demasiado silencioso cuando le dije que hoy no iba a poder entrenar y tampoco ir a nuestra heladería favorita porque estaría ocupada con mis amigos.

Todos parecían estar conformes con mi decisión, incluso Vance me dijo que tendría trabajo en la noche, así que es bastante raro que se adentren al ático como si nada.

Termino de poner todo en los platos como corresponde, incluso hice hamburguesas, así que dejo eso por un lado y me voy limpiando las manos cuando abandono mi área de trabajo para adentrarme a la sala de estar donde veo a tres hombres enormes, dos con pijamas caras que no necesito ver la marca para saber que cuestan un dineral y Dric con su enterizo de tiburón.

—¡Sorpresa! —Bajo la mirada para toparme con una pequeñita bola de carne con cabellos morados y un lente con un ojo en el centro de la frente—. Soy un minion morrrrado.

—¿Qué se supone que todos ustedes... hacen aquí?

Acaricio la cabecita de Romi, quien lleva una peluca que parece que acaba de pasar por un terremoto de estilo porque tiene pelos de loca.

—A mí me llamaron a una pijamada —comenta Dric—. ¿Me vas a dar de tragar o no? Me puse este ridículo mameluco porque Romi no quería ser la única que pareciera loca.

—¡Oye, no estoy loca! Soy un minion morrrrado.

—Se dice morado —la corrige—. Y aquí me tienen, muriéndome de calor, pero supongo que así bajaré unos cuantos kilos y mis músculos los podre definir mejor.

Suelto una carcajada cuando Baldric empieza a posar como si fuera físico culturista con su pijama de tiburón que tiene hasta gorra y aletas para darle mejor forma.

—¿Y ustedes? —Le pregunto a los otros dos que ya están sentados en el sillón esperando a ser atendidos.

—Dulzura, tú dijiste que querías una pijamada.

Inocencia malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora