CUARENTA Y DOS

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Los instrumentos de cocina estaban apilados en el fregadero mientras la risa suave de Becky inundaba la casa. Los platos ya estaban vacíos sobre la mesa de café del salón de Freen y las dos chicas hablaban prácticamente en un susurro sentadas en el sofá bajo la atenta mirada de Sam, que tumbado sobre el sillón no se explicaba por qué seguían despiertas cuando el cielo estaba empezando a clarear. Sam cerraba los ojos durante varios minutos seguidos harto de esperar a que lo dejaran descansar, y sin embargo, ni Freen ni Becky parecían tener sueño.

-Está amaneciendo - dijo Becky dirigiendo su vista a la ventana- Dios mío ¿Qué hora es? -

- Lo suficientemente tarde para ayer, y demasiado temprano para hoy - Freen se estiró. - Tal vez podríamos intentar dormir un poco -

-¿No trabajas mañana? o bueno, ¿hoy?-

- No hasta por la tarde -

- Ah , genial - de pronto el pensamiento de pasar toda la mañana en la cama con Freen nubló la mente de Becky - pues entonces sí, tal vez deberíamos dormir un rato - carraspeó - ¿no tendrás un cepillo de dientes para mí verdad? -

Freen sonrió, y asintió. Después de darle un cepillo nuevo e indicarle dónde estaba todo en el baño, Freen regresó al salón a recoger los restos de aquella cena-desayuno, y en su cabeza solo rondaba la idea de qué iba a ocurrir a continuación. Escuchaba como Becky se movía por el piso y una bola de nervios se instauró en su estómago por primera vez en toda la noche.

Terminó de recoger la cocina y se apoyó con ambas manos en la encimera intentando tranquilizarse. - No pasa nada, Freen - pensó - has estado a solas con Becky un millón de veces. Respira.- Pero estaba nerviosa, tanto que sentía cómo su cuerpo vibraba. Salió de la cocina y se encaminó al baño. Becky ya no estaba pero la escuchaba moverse en la habitación contigua. Aprovechó para lavarse la cara y los dientes, tentada de coger una de sus pastillas por si así aquel nerviosismo terrible que estaba sintiendo se aplacaba. Pero se contuvo - Esto no es malo. No lo es. No sufras por esto - se repitió como un mantra. Cerró los ojos durante unos segundos y por fin salió hacia su dormitorio. Pero Becky no estaba allí. Salió de nuevo y llegó a la habitación pequeña de invitados.

- ¿Qué haces aquí eh? - preguntó Freen.

- Pues estaba esperando a que terminaras para darte las buenas noches - contestó Becky encogiéndose de hombros.

- Bec... - rio - No pensarás que vas a dormir aquí ¿no?-

- Bueno, tampoco quería asumir ciertas cosas - miró hacia el suelo.

- Oye - llamó su atención - Quiero que duermas en mi cama -Becky contuvo la respiración - Conmigo -

Becky no necesitó nada más. Se levantó despacio y dio varios pasos hasta llegar a la altura de Freen, que no se movió ni un ápice del marco de la puerta en la que estaba apoyada. Apartó un mechón del pelo de Freen que caía sobre su cara y lo colocó detrás de su oreja, bajando con su mano rozando el cuello de la chica. Freen cerró los ojos ante el contacto y suspiró mientras alargaba su brazo y tiraba de la cintura de Becky hacia ella.

Cuando sus cuerpos se pegaron sin dejar pasar el aire y sus narices se rozaron ambas fueron conscientes de que existían pocas posibilidades de que una vez aquello comenzara, se pudiera detener de alguna manera. Pero ninguna de las dos quería parar, así que fue Freen la que inclinó primero su cabeza despacio buscando los labios de Becky, que sonrió ante aquel beso como si le hubieran entregado un regalo de cumpleaños.

La descarga eléctrica que sintió Freen en todo su cuerpo no fue comparable a nada que hubiera sentido antes. Sus labios encajaron con los de Becky mientras la abrazaba por la cintura. La apretó contra su cuerpo mientras la chica rodeaba su cuello evitando que sus bocas pudieran separarse ni un milímetro. Freen comenzó a dar pasos hasta su dormitorio. Torpemente sin dejar de besarse, llegaron hasta el borde de la cama y las piernas de Freen chocaron con el colchón. Becky notó aquella resistencia, puso sus manos sobre los hombros de Freen para obligarla a sentarse, y antes de que la chica pudiera objetar algo se sentó a horcajadas sobre ella apoyándose sobre sus rodillas. Las manos de Freen bajaron por su espalda, por su cadera hasta pasar debajo de sus muslos para agarrarla y evitar que se cayera. Apretó tan fuerte, que a Becky se le escapó un gemido que hizo que Freen perdiera completamente la cabeza.

LEJOS  DE  ERIS  • FreenBecky •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora