Capitulo XXXIII

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Él desconocía a su esposo en aquel momento ¿realmente era Kinn con quien estaba compartiendo aquella cama? Las manos ajenas tomaban su cuerpo casi de manera posesiva antes de un repentino cambio de movimiento que logró, de igual forma, un cambio en la posición y Pete aún que intentó acomodar sus manos, sintió como los dedos ajenos se aferraban a sus muñecas con fuerza estampándolas en la cama sin posibilidad de que pudiera liberarse. Los gruñidos mezclados con quejidos de placer, no se hicieron esperar en la habitación donde se desataba un deseo casi de posesión en el líder de la mafia amando la manera en la que su esposo respondía a sus acciones y claro que éste último, supo que aquello se volvería uno de los fetiches favoritos del líder. 

Y sí, apenas había acabado la fiesta Kinn liberó a Pete de su lado para que cada uno tomará caminos separados. El azabache fue directo a la mansión junto a Khun y el mafioso al lugar donde sus guardaespaldas personales lo esperaban para informarle que los infiltrados se encontraban detenidos. 

-En la mañana vendré a conversar con ellos, no informen absolutamente nada de esto a nadie, por el momento. Ni siquiera a mi padre-comentó de forma seria el líder mientras aflojaba el moño de su traje, tomó un sorbo de aire mirando las instalaciones de aquel lugar mientras se daba un automasaje en la zona del cuello y rebuscaba en sus bolsillos, con su mano libre, los cigarrillos.

-Está bien, señor Kinn. Con respecto a los adolescentes... Ellos están en una fiesta organizada en la playa, sus hombres encubierto nos han informado que todo marcha bien. 

Kinn le dio una calada a su cigarro dejando que sus pulmones se llenaran de aquella sensación agradable y relajante que le transmitía el humo el cual escapó luego de unos segundos por la pequeña abertura entre sus labios- Hum... no los pierdan de vista, si al salir de la fiesta se van a otro lugar que los sigan, no los dejen solos por nada pero tampoco estén encima de ellos, denle su espacio. 

El guardaespaldas asintió tras recibir la orden, miró un momento el depósito en el que se encontraban y observó la puerta del cuarto donde estaban retenidas las personas que habían atentado contra su tranquilidad. Se giró colocando su saco sobre su hombro para dirigirse a la puerta e irse a la gran mansión con una extraña sensación de querer estar con Pete, su Pete, haciéndole saber que le pertenecía solo a él y viceversa. 

.   .   . 

Pete parpadeo suavemente tras los rayos de luz que entraban gracias a las persianas, que se activaron en el horario que Kinn programó para que Pete no despertara tan temprano, soltó un suave quejido sintiendo como si un camión le hubiera pasado por encima entonces todos los recuerdos de la noche anterior golpearon su mente como si fueran balas.

-Eres hombre muerto...-susurró el menor al saber que estaba completamente solo en la gran cama, se levantó con cuidado viendo las primeras marcas de una apasionante noche decidiendo tomar su bata para entrar al baño. Salió luego de largos minutos en la ducha, caminó hacía la cama observando un pequeño ramo de orquídeas amarillas, rojas y blancas; tomó aquel presente sintiendo sus mejillas acalorarse al saber sus significados y una pequeña risa brotó de sus labios antes de comenzar a vestirse. 
Por su lado, Kinn entró a la habitación sosteniendo una bandeja con el desayuno en una de sus manos libres y empujando el andador con Venice dentro dejando escapar un chillido en forma de saludo. Pete dejó escapar una pequeña risa en lo que se acercaba portando un short negro junto a una playera blanca, ayudó a su esposo con la bandeja en lo que la dejaba en la cama mal tendida. 

-¿Cómo amaneciste, cariño? 

-¿Realmente quieres saber cómo? -respondió el azabache alzando una ceja en lo que acomodaba a Venice en sus piernas para desayunar junto al pequeño, Kinn dejó escapar una carcajada suave acercándose a dejar un beso en la frente de su pareja y tomó asiento del otro lado de la bandeja. El azabache ladeó suavemente su rostro apreciado al mayor portando un elegante traje con algunas manchas que inútilmente había intentado percudir, tomó una tostada para llevarla a sus propios labios y tras darle una mordida habló- ¿Sabes cómo están los chicos? 

Otra oportunidad. (Terminada)Where stories live. Discover now