Capítulo 11

4.9K 597 59
                                    

Detallo a lo lejos con el corazón en la boca cómo una chica de cabellera rubia y ojos azules ingresa despavorida y con el sudor en la frente, como si hubiera corrido un largo trayecto hasta llegar aquí o escapando de algo. Al igual que yo, no tiene zapatos y está con la misma ropa desde la última vez que nos vimos en la nave... o, mejor dicho, con lo que queda de ello. Lleva una playera del color de sus ojos rasgada hasta la cintura y su pantalón corto está desgarrado en la pierna derecha y todo muestra el tiempo que ha pasado sobreviviendo en este mundo con algunas manchas de suciedad y sangre seca por su piel.

Cuando voltea en mi dirección detiene su paso y me recorre con la mirada de pies a cabeza con la expresión más sorprendida y mezclada de felicidad, tranquilidad, llanto, que podrían reflejar en sus ojos. Era una mezcla de todo un revoltijo de emociones y yo compartía ese mismo sentimiento. Hasta pensé en la opción de que aún quedara algo de la intoxicación de esa bestia en mi sistema y solo estaba viendo alucinaciones, pero era real y eso lo comprobé al abrir y cerrar los ojos con tanta fuerza repetitiva que ya empezaban a escocer.

—¿Gwen? —titubea en su voz al hablar, siendo la primera en romper este estado de congelación.

Su voz es como si no lo creyera posible y yo estoy igual de incrédula que ella, con los sentimientos atascados en mi garganta y en un completo caos en mi interior.

—¿Lizzie? —Sigo su ejemplo casi creyendo que tal vez me lo estoy imaginando aún para no darme falsas esperanzas.

—¡Gwen! Dios, eres tú —chilla emocionada y corre hacia mí lo más rápido que puede en su estado. Se le ve cansada por la respiración jadeante que tiene, pero eso no impide que tome vuelo como una corredora profesional.

—¡Lizzie! —grito su nombre seguido de una carcajada de felicidad y la vista empieza a tornarse borrosa por tenerla realmente frente a mí y corro olvidando la leve pulsación en mi hombro herido por el movimiento para encontrarme con ella también.

Cuando al fin estamos tan cerca como para salta sobre la otra, nos damos un fuerte abrazo que luchaba por mantenernos de pie y no balancearnos hasta caer al suelo. Hace relativamente poco estábamos así dentro de la nave y ahora parece casi cómico ver cómo han cambiado tanto las cosas. Nos miramos a la cara con lágrimas en los ojos y aún no podemos creer que estemos frente a la otra, simplemente nos quedamos en silencio por varios segundos con mil cosas por decir y que no salen con claridad.

—Estás estupenda, —susurra con voz temblorosa en medio de una gran sonrisa y las lágrimas continúan resbalando por sus mejillas, pero se las limpia al instante— hay tantas cosas que decir y no puedo creer que estemos juntas otra vez...

Sus palabras parecen atascarse, aún está algo alterada por el recorrido que hizo hasta llegar acá y me trago el llanto para mostrarle mi felicidad por tenerla conmigo.

—Wow, Lizzie, tampoco puedo creer que estés aquí —la vuelvo abrazar y seco mis lágrimas—. Temía no encontrar a nadie con vida, no encontrarte a ti, todo fue tan rápido y luego muchas cosas pasaron, demasiadas... que ni yo puedo creerlas por completo aún.

—Luego nos pondremos al día —su sonrisa cae después de asentir, su mirada se vuelve seria de un momento a otro y detalla con recelo todo el lugar—. No es seguro que estemos aquí por mucho tiempo, me está persiguiendo una serpiente gigante medio humanoide que se parece a Medusa, solo que no tiene mini serpientes en la cabeza.

Sus palabras se quedan en mi cabeza por unos segundos y pienso que tal vez vio a Kaie, pero Lizzie no sabe que él no es un peligro y necesito explicárselo, lo cual me lleva a comprender algo importante... Oh dioses, cómo voy a explicarle absolutamente todo.

—¿Un hombre mitad serpiente? —pregunto con rapidez al ver que está desesperada por encontrar un lugar para esconderse y, como si hubiera dado en el blanco, voltea en mi dirección una vez más.

Renacidos en OrloxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora