Capítulo 25

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—¿¡Qué demonios te sucede, Gabrielle!? ¡Te lo advertí! —Me gritó enardecido.

Me quedé helada, estupefacta sin saber cómo reaccionar, mucho menos qué decir; me hallaba en un estado de shock absoluto. Él se veía más que furioso, pero incluso ante la furia súbita que desprendía y mi atónito estado, mi única preocupación fue mi humano, quien sorprendió y preocupado se apresuró a mi lado, arrodillándose mientras me tomaba de la mano.

—¿Estás bien? —Preguntó preocupado; asentí y él fijó su vista en Hadrien con odio puro— No tienes ningún derecho de tratarla así.

Oh no. No, no, Brent ésa no era una buena idea.

Hadrien dio una zancada y luego otra, cerrando las manos en puño aproximándose de a poco hacia nosotros destilando maldad pura. Si antes creí verlo furioso, en esta ocasión superaba cualquier imagen que yo haya tenido de él.

—Estoy bien, vete —llamé la atención de Brent. Volvió el rostro abruptamente hacia mí.

—No voy a dejarte con él —dijo con la determinación centelleando en su mirada.

—¿Quién demonios eres tú? —Lo cuestionó Hadrien en voz baja y muy amenazante.

—Por favor, sólo vete —intenté acaparar la atención de Brent para que sólo tuviera ojos para mí.

—¿Él es tu prometido? —me preguntó ignorando mi petición, sonando su voz incrédula. Y lo entendía. Éste no era el comportamiento propio de un prometido hacia la mujer con la que uniría su vida, sin embargo, lo que yo hice tampoco estuvo nada bien.

—Sí, ahora lárgate —escupí lo más fría posible. No obstante, a él no pareció afectarle en lo absoluto—. Estaré bien —insistí tratando de hacerle entender que debía salir de aquí.

—De acuerdo —aceptó resignado al notar la súplica en mis ojos.

Debía impedir que Hadrien lo hiriera, si lo asesinaba, jamás me lo perdonaría, además que la sola idea de que aquella sucediera, me hacía partirme de agonía y ciertamente no me quería imaginar lo que sería experimentar completamente el dolor de perder a tu alma gemela.

Segundos después Brent me dedicó una última mirada, se incorporó y se dirigió hacia donde se encontraba la gente, brindándome un alivio que duró poco al ver como a Hadrien iba detrás él, atrapándolo por el cuello mientras ejercía mucha presión que temí le rompiera el cuello.

—Te hice una pregunta, humano —gruñó estampando su frágil cuerpo contra la pared, golpeando su cabeza.

La rabia creció estrepitosamente en mi interior, nada comparada a la que sentí cuando Hadrien me golpeó, cuando lo vi teniendo sexo con sus mujeres, el enterarme que también estaba con Amelia o al asesinarme; no, esta vez no era así, la sensación de furia que experimentaba nunca la había sentido hasta ahora, despertó de forma súbita al ser consciente de que Brent corría peligro.

—¡Déjalo! —Grité empujando a Hadrien con todas mis fuerzas, sin saber de dónde o cómo saqué el valor y el poder para poder alejarlo.

Él abrió mucho los ojos realmente sorprendido, se encontraba atónito sin poder dar crédito a lo que acababa de suceder, mientras otro sentimiento cruzaba por su mirada carmesí que se incendió aún más como si en ella se concentrara el mismo fuego del infierno.

—¡Vete de aquí! —Le ordené a Brent quien obedeció, no sin antes dedicarme una mirada llena de preocupación.

Corrió y al verlo desaparecer sentí y alivio y luego de nuevo mi cuerpo chocar contra la pared donde mi cabeza había hecho un agujero gracias a la fuerza sobrehumana de Hadrien. Pero no pude apreciar el dolor, fue tan efímero que ni siquiera sabía si en realidad pude haberlo experimentado.

A tu lado ©Where stories live. Discover now