Capitulo 17

193K 12.8K 2.9K
                                    

Cuando mis ojos se abrieron me encontraba recostada en mi cama con Hadrien sobre mi cuerpo, sus brazos apenas y se habían despegado lo necesario de mí; asía sus dedos con firmeza contra mi piel, sosteniéndome sin tener la menor intención de soltarme.

Y yo, igual de ansiosa que él, me abracé a su espalda mientras mis labios se movían contra los suyos, primero despacio, luego con el pasar de los minutos se fue haciendo más y más intenso, me faltaba el oxígeno, más me negaba a detener mis labios que desesperados devoraban los suyos.

Entretanto sus manos me desvestían, no se lo impedí, él me necesitaba de la misma manera desesperada que yo.

Entonces cuando hube estado desnuda bajo él, su lengua salió al encuentro de mis pechos, deslizándose muy suavemente de un lado a otro.

Gemí de placer inevitablemente y me vi presionándolo contra mí, queriendo más de él y sus caricias.

—¿Ansiosa? —inquirió burlón. Lo ignoré cogiéndolo del rostro para después besarlo. Era la primera vez que yo tomaba la iniciativa.

Hadrien me respondió lanzando un gruñido de satisfacción, clavando sus dedos contra mi cintura, rozando su pelvis contra la mía. Ambos desnudos, ambos jadeantes, ambos necesitando del otro.

—Ahora comprendes —susurró sobre mis labios—, que no puedes huir de mí.

Permanecí callada mirándolo fijamente sin pensar en llevarle la contraria en ningún momento, puesto que, él tenía razón. Alejarme era inútil, bien podría lograrlo, pero el dolor, ese jodido dolor no me dejaría en paz. Estar sin mi vampiro me traería sólo sufrimiento.

—Y tú comprendes que tampoco puedes existir sin mí —sentencié besándolo de nuevo.

Gruñó y me apretó entre su cuerpo frío que ahora no me parecía así, o quizá simplemente me había acostumbrado a él por completo que ya no siquiera me molestaba su frialdad.

Aferré mis manos a su espalda con más fuerza clavando mis uñas en ella mientras él con lentitud entraba en mi interior. Sabía muy bien que no le dolían las caricias bruscas que daba contra su cuerpo así que no me contuve y desquité contra él todo el flujo de sensaciones que me recorrían entera.

—Siempre estarás a mi lado, Gabrielle, siempre.

Guardé silencio y cerré los ojos dejándome dominar por mis sentimientos, convenciéndome de que no me iría nunca de su lado, o al menos sin destruir mi corazón en el proceso.

Disfruté de sus caricias, de los besos suaves que daba contra la piel expuesta de mi cuello, de la manera en la que me hacía suya. Cada movimiento pausado que realizaba, no estaba siendo rudo en lo absoluto y eso me gustaba.

Se levantó un momento permitiéndome ver sus colmillos asomar de entre sus labios, luciendo aterrador para quien no estuviese acostumbrado a verlo.

Me sonrió con malicia y delicadamente pasó uno de ellos encima de mi pecho izquierdo causando una herida de la cual comenzó a brotar sangre.

—Hadrien —gimotee; no me dolió, al contrario, era una sensación que simplemente jamás podría encontrar la forma de explicar.

Un temblor te atravesaba, un cosquilleo te recorría, el mismo que acababa en tu entrepierna y punzaba más y más, yendo cada vez en aumento. Era parecido al orgasmo, pero mil veces mejor que éste y lo mejor de todo era que aquella sensación podía perdurar por más tiempo.

El entregarse a un vampiro de este modo era fascinante. Hadrien permitía que la sangre cubriera mis pechos y luego se encargaba de comenzar un recorrido con sus labios y lengua limpiando cada gota de ella sin despegar su mirada de la mía, sin que en ningún momento detuviera sus embestidas contra mi cuerpo.

A tu lado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora