cuarenta y cinco; Talitha

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Viernes

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Viernes

Un peso extra está en mi estómago, unas grandes manos están entrelazadas y tiene el mentón sobre los nudillos. Mantengo mis piernas cerradas y Kent está acostado a un lado. Paso mis dedos por su cabello, despeinándolo por completo mientras escucho las palabras que salen por sus labios, ha estado muy inmerso dentro de sus pensamientos desde que se enteró el sufrimiento de su mamá.

La luz de la luna atraviesa la ventana que está abierta a media madrugada. Estoy exhausta, pero Kent no me deja dormir.

—Entonces, ¿crees en las segundas oportunidades? —indaga Kent, meneando mi pierna.

—Sí, Kent. —Aprieto mis labios con fuerza, manteniendo los ojos cerrados— ¿Quieres dormir, por favor? Mejor vete al sofá.

—¿Serías capaz de perdonar a tu padre? —pregunto Kent, resbalándose hacia arriba, parecía muy intrigado con mi respuesta.

—Ni siquiera tengo uno —replico, bostezando.

—¿Pues no que creías en las segundas oportunidades? —acusa y puedo sentir un tambaleo en su voz—. Digo...

Dejo de acariciar el cabello rubio de Kent, levanto un poco mi cabeza para recargar mi espalda en la pared de mi habitación. El hombre cruza sus piernas en frente de mí, prestando atención a mi rostro serio.

—No puedes comparar la situación de tu mamá con mi papá. En primera, tu mamá estuvo ahí por ti desde el primer respiro de aire que te dio, ella te dio amor e intentó proteger, no me voy a meter en que, si estuvo bien o mal, pero su intención era la correcta. —Indico con mi mano derecha, que está muy cerca de mi rodillo—. Por otra parte, tenemos un señor que abandonó a su novia cuando se enteró que estaba embarazada, ni su apellido tengo. No lo conozco. —Puntualizo con la otra mano, formando una balanza, donde la mano que representa el donador de esperma está en alto.

—Si un día llegase a mí por un circunstancia, ni siquiera le abriría la puerta de mi casa, sé lo complicado que ha sido para mi mamá, donde estuvo estancada en el mismo hoyo por un tiempo —culmino con tranquilidad, rodando los ojos—. Lo único que sé es su nombre, ni una foto, entonces no le puedo dar una segunda oportunidad a alguien que ni siquiera él se dio una primera.

Kent permanece en silencio, está procesando mis palabras. Lo único que quiero es golpearlo con la almohada, noquearlo y que me deje dormir.

Hoy es un día emocionante para mí, por lo que necesito tener todas las energías.

—Gracias, osita —musita, regalándome una media sonrisa sin mostrarme los dientes.

Arrugo el entrecejo y hago un mohín con mis labios.

—Por escucharme, no sé qué hubiera pasado si no estuvieras a mi lado para contenerme. —Llena sus pulmones de aire, manteniéndolo por unos segundos—. Creo que te qui...

Mi pizzera es una idiotaWhere stories live. Discover now