48. En mil pedazos

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Va a acabar el mes y, como cualquier otro, esta semana me toca recoger las notas del buzón

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Va a acabar el mes y, como cualquier otro, esta semana me toca recoger las notas del buzón. La profesora Silva me ha pedido que lo haga a principio de semana, ya que estamos a punto de empezar con los exámenes de acceso a la universidad y el buzón no será necesario.

No he sabido nada de Jeremy en todo el fin de semana, y Laura me ha contado que cuando se enteró de que le había dado plantón se disgustó bastante. Como mis padres no me han dejado salir, no he tenido ocasión de hablar con él.

Soy la última en llegar a clase. Cuando abro la puerta el profesor ya está sentado, listo para comenzar con la lección. Saco mi cuaderno bajo su atenta mirada y procede a dar la charla del siglo sobre la Segunda Guerra Mundial. Aprovecho que no me mira para mandarle una nota a Jeremy, pero este no responde. Le lanzo otra con tan mala suerte de que cae al suelo.

—Señorita Miller, si no va a atender, será mejor que se marche fuera de clase —gruñe el profesor, bajando sus gafas para observarme mejor.

—Lo siento —murmuro avergonzada y aprieto los labios.

El resto de la clase se me hace eterna hasta la hora del descanso. Durante el almuerzo, todos permanecen tan callados que me da miedo romper el silencio. No hay ni rastro de Jeremy.

—La has cagado —dice Laura de repente, y Riley le da un codazo para que se calle—. No, se lo tengo que decir. Jeremy está muy cabreado.

—Lo entenderá —añade mi otra amiga.

Estuvimos hablando por teléfono y se lo conté todo, incluido lo de su nota en el buzón. Riley tiene uno de los corazones más grandes del universo y, cuando lo hablamos, no tuvo una palabra mala para mí, aunque me mereciera unas cuantas.

—Quiero contárselo todo, pero no he podido hablar con él. ¿Dónde se ha ido? —pregunto, sintiendo una mezcla de vergüenza y decepción conmigo misma. Cuando hice lo que hice pensé que por fin me libraría de Mason, pero no sabía que todo acabaría torciéndose.

Jeremy aparece justo cuando va a empezar la clase, así que espero al final para hablar con él.

—Espera, Jer, vamos a hablar. —Sin dejar de caminar, hace un gesto con la mano para hacer que me marche, pero le sigo—. Deja que te lo explique.

—¿Me diste plantón por Mason? —Se gira de repente y freno en seco para no chocarme con él. Nuestros compañeros nos miran y espero a que se marchen para contestar.

—No es así. Por favor, escúchame —le ruego. En su mirada puedo ver algo parecido a la decepción y se me rompe el corazón en mil pedazos.

—Reese, ¿no te das cuenta? —Se aparta de mí con un gesto enfadado, alzando los brazos—. Siempre es él. Siempre le antepones a él.

Me quedo callada unos segundos.

—Mason no me importa. Tú sí, ya lo sabes.

Las lágrimas de rabia y angustia se apresuran por salir, pero trato de contenerlas. Me acerco a él, pero se mantiene inmóvil. Ya no queda nadie a nuestro alrededor.

El buzón de los secretos © |COMPLETA|Where stories live. Discover now