23. Te contamina

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He dormido abrazada al vibrador

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He dormido abrazada al vibrador. No ha pasado nada entre Flora y yo. De hecho, desde que Jeremy me lo pilló, no lo he utilizado. Sencillamente no me apetece, pero anoche lo saqué para probar y me quedé dormida.

Estos dos últimos días me los he pasado haciendo los deberes, organizando mis apuntes y estudiando de ellos. Quiero estar preparada para los exámenes de finales de enero porque quiero sacar la mejor nota posible. ¿Superarme a mí misma? Pan comido. Y hablando de pan, tengo hambre.

—Mamá, ¿qué hay de comer hoy?

Desde que nos mudamos mis padres pasan más tiempo en casa y eso me encanta. Ahora comemos más veces juntos.

—Ese pollo que tanto te gusta —responde moviéndose de un lado para otro en la cocina. Es pequeña, pero tiene mucho sitio de almacenamiento.

—¿Con patatas? —añado, y mi madre asiente. Me acerco y la estrujo con el brazo que puedo mover—. Por eso te quiero tanto.

—No seas pelota y vístete, hoy tienes que ir a la tienda.

Resoplo con desgana y ella me mira con el ceño fruncido.

—No me apetece.

—Mañana nos vamos con la abuela y tiene que estar todo listo.

—Pero hoy es la actuación de Riley —gruño cogiendo un trozo de pan para llevármelo rápidamente a la boca antes de que me regañe.

—Te dará tiempo.

Subo a mi habitación haciéndole ver mi enfado y cojo las cosas que necesito para ducharme.

—Estoy harta de tener que ponerme una maldita bolsa en el brazo —me digo a mí misma mientras me quito como puedo la camiseta.

No muchas veces tengo ocasión de ponerme lo que me apetece, ya que llevo prácticamente todo el día el uniforme del instituto. A decir verdad, es más sencillo no tener que elegir la ropa todos los días, pero de vez en cuando me gusta ponerme mis maravillosos vestidos. Hoy he decidido ponerme el vestido rojo de terciopelo que me regaló Laura para mi cumpleaños con un top blanco. Pega mucho en esta época navideña.

Cuando me pongo la chaqueta, descubro que todavía tengo la nota de Jeremy que me guardé del buzón. Ya se me había olvidado por completo y al leerla de nuevo vuelvo a sentir esa molestia en el estómago.

—Seguro que es por el hambre —resuelvo con seguridad, volviendo a meter la nota en el bolsillo. Tengo el estómago cerrado, pero unas ganas enormes de comer.

—¿Estás lista? —gritan desde abajo. Laura se aburría demasiado en su casa y ha venido antes.

—Dame un segundo —respondo poniéndome un poco de colorete para disimular la palidez de mi piel.

En cuanto estoy lista, salimos hacia la tienda. Junto a ella todo es mucho más sencillo. Hacemos las cosas más rápido y puedo descansar un rato de los pesados de turno que vienen a por alcohol sin haber cumplido la mayoría de edad. ¿Se creen que soy tonta? ¡Pero si los conozco del instituto! Que sean listos y se vayan a una tienda en otra ciudad.

El buzón de los secretos © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora