41. Fuegos artificiales

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—Aquí va una coma —señala Jeremy

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—Aquí va una coma —señala Jeremy. Le miro con los ojos entrecerrados y se estira en la silla—. Reese, parece mentira que hayas aprobado literatura.

—Estoy distraída, déjame en paz —replico con desgana y cierro la libreta.

Las últimas semanas han sido horribles. He intentado fingir que todo estaba bien como me prometí, pero no soy tan fuerte como parezco. Y me siento un ser horrible porque cada vez que me roza noto un cosquilleo en la piel, cuando me sonríe el suelo se tambalea bajo mis pies y si me mira siento que floto. Y todo por un simple y maldito beso. ¿Cómo es posible?

Muchas veces me pregunto si acaso he tenido todo este tiempo los sentimientos escondidos. Otras veces pienso que todo es producto del tiempo. He crecido con él, prácticamente nos hemos criado juntos, aunque en casas separadas. Tal vez sea amor fraternal, de ese que sientes por un ser muy querido. Y prefiero creerme esa teoría, la verdad. Aunque sea asqueroso besarte con tu «hermano», pero es que él no lo es. Ese es el problema. Estoy hecha un lío.

—¿Me estás escuchando? —dice mientras me pasa la mano por delante de la cara y me incorporo sobresaltada.

—Me voy a casa —respondo y me levanto arrastrando la silla—. ¿Nos vemos a las nueve?

Jeremy me mira desconcertado y asiente. Me despido de Ellie, que está jugando en el salón con la consola antigua de su hermano, y empiezo a correr hacia casa. Correr me ayuda a dejar de pensar porque, cuando lo hago, en lo único que soy capaz de pensar es en que se me va a salir el pulmón por la boca si continúo.

Laura y yo hemos quedado en casa de Riley para prepararnos juntas. Riley ha insistido en que quiere ser ella quien nos maquille, ya que estos días ha estado practicando mucho. Kai viene un rato después y Laura consigue que se deje maquillar un poco.

—Ha venido Nate —dice la madre de Riley desde el salón. Nuestra amiga se levanta rápidamente y se pierde por el pasillo.

Nos asomamos corriendo para ver la escena desde la barandilla y vemos como Nate le planta un beso en toda la boca a Riley. Laura grita de emoción y yo le doy un codazo para que sea más discreta o nos pillará. Kai se empieza a reír descontrolado y finalmente la pareja nos descubre.

—Estas cosas se cuentan, me siento defraudada —replica Laura haciendo un puchero.

—Le he invitado, ¿os importa? —me susurra Riley ignorando a Laura.

Niego con la cabeza, incapaz de pronunciar una palabra. ¿Estoy sorprendida? Para nada. De hecho, me parece que tienen algo muy bonito y no hay motivo para ocultarlo. Había juzgado a Nate sin apenas conocerlo y me equivoqué de lleno con él. Se nota que le importa mi amiga. ¿Me molesta que no nos lo haya contado? Nada que ver. Es solo que... Siento cierta envidia. Nate ha ayudado mucho a Riley y ella parece que también le ha ayudado a él. Me encantaría tener algo así. Algo sano y real.

El buzón de los secretos © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora