Capítulo final

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Narrador Omnisciente


En el jardín del castillo de Drácula, todos los invitados esperaban a que la novia entrara a ese lugar para poder unir su existencia con la del chico de cabello cobrizo que se encontraba de pie delante de un arco rebosante de flores y lazos con pequeñas luces.

Había acudido un juez humano para unirlos en matrimonio, querían que su unión permaneciera en la lista humana.

Una dulce y suave melodía comenzó a sonar, los presentes se levantaron y miraron al final del pasillo, encontrándose con la hermosa Estella Vlad, portando un lindo vestido blanco, ellos eran vampiros, pero Estella siempre había tenido la ilusión de portar ese tradicional vestido color blanco.

Los nervios influían en todo el cuerpo de Estella, sujetaba el brazo de su padre con fuerza y buscaba entre los presentes el rostro de su hermano, pero no fue tan difícil encontrarlo, cuando lo vio parado a la mitad del pasillo con un elegante smoking, ella sonrió de verlo ahí, y cuando llegaron a la mitad del pasillo, ella sujetó el brazo de su hermano con su mano izquierda, y los tres continuaron el camino.

Esos nervios que Edward y Estella sentían, desaparecieron en el momento que sus ojos conectaron, en ese momento todo había desaparecido, solo estaban ellos dos.

Los hombres Vlad dejaron a Estella junto al que estaba a punto de ser su esposo, dándoles unas palabras felices y otras un tanto amenazantes, Carlisle hizo lo mismo, a excepción de las palabras amenazantes, pero dándoles sus mejores palabras.

Drácula fue el último en acercarse, la situación sin duda era muy conmovedora, todos sabían que las mujeres Vlad eran el punto débil del Conde, así que presentían que él advertiría a Edward sobre cualquier daño que pudiera causarle a su nieta.

Los votos comenzaron a decirse, sus palabras eran tan seguras y conmovedoras que a todos los presentes les transmitía el amor que ellos se tenían.

—Hasta el final de nuestros días —terminaron de decir al unísono, mostrando una sonrisa extendida por sus labios.

Los ojos de ambos parecían tener un brillo especial, en ningún momento despegaron la mirada del otro y cuando llegaron esas palabras que los unirían eternamente, sabían que estaban seguros de decirlas.

—Sí, acepto —dijo con voz segura Estella. Llegó el turno de Edward, los nervios la carcomían, pero se disiparon en el momento que él mostró una esplendorosa sonrisa para después pronunciar:

—Sí, acepto

Cuando el juez los declaró marido y mujer, las manos de la rubia fueron a la nuca del cobrizo, y este, llevó sus manos a la cintura de la chica para después unir sus labios en un cálido beso lleno de ternura, de pasión y de amor.

Los aplausos se hicieron presentes, pero para los recién casados se escuchaban lo suficientemente lejos mientras disfrutaban de ese beso que poco después parecía que sería interminable, causando preocupación en el juez por la falta de aire que podrían presentar.

Con un gran esfuerzo, se separaron lentamente, algunas risas resonaron por ver que el juez sentía preocupación.

Las primeras en acercarse fueron Marian y Esme, para abrazar efusivamente a sus hijos.

—Mi niña, estoy tan feliz por ti —Estella sonrió y correspondió al abrazo.

Después fue el turno de Esme para abrazarla, quien no pudo evitar sacar su lado cálido y materno.

—Bienvenida oficialmente a la familia, Estella.

—Gracias, Esme.











Una Vampira Diferente «Edward Cullen»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora