Capítulo 28

5.6K 451 24
                                    

Regreso al gran salón sigilosamente, Edward se adelantó para que mis padres y mi abuelo no se dieran cuenta, aunque por la mirada que me dieron, seguramente no resultó efecto.

Probablemente vieron la mordida de Edward y es una suerte que las habitaciones sean insonorizadas, al menos las de la familia. Mi madre fue la que seguro se dio cuenta porque no dejó que papá me volteara a ver y me hizo señas para que ocultara la mordida con mi cabello.

Un mesero se acerca y me ofrece una copa de sangre, inmediatamente la tomo y bebo un poco del líquido. El mesero se aleja y yo observo todo a mi alrededor hasta que me doy cuenta que un hombre de cabellera larga y negra se acerca a mí con una sonrisa un tanto escalofriante. Algunas veces lo llegué a ver en las grandes fiestas y bailes que mi abuelo hace, pero siempre que trataba de acercarse, algunos guardias lo detenían.

Y ahora que veo sus ojos de cerca, puedo notar que es como la familia de Edward, vampiros evolucionados.

—Que agradable celebración, ¿cierto, princesa? —evito hacer una mueca por el apodo que utilizó, normalmente solo me llaman así las personas que trabajan para mi abuelo y que son muy cercanas a la familia, lo cual, no son muchas.

—Sin duda alguna —respondo.

—Muchas felicidades por su compromiso —sonrío un poco incomoda.

—Gracias —bebo de mi copa y busco con la mirada a Edward, pero este se encuentra hablando con Diago, observo a Ángela, que también se nota incómoda pues está sentada sola en una mesa a unos metros de Diago y Edward.

Trato de escuchar lo que mi hermano y mi ahora prometido hablan, pero por desgracia no logro escuchar nada, pues están a varios metros alejados de mí y al haber bebido de la sangre de Isabella Swan, mis habilidades se bloquearon más de lo que pensé.

—¿Me permite una pieza? —el hombre extiende su mano para que yo pueda tomarla. Vuelvo a buscar a Edward, quien volteó a verme y frunció el ceño, en segundos se encontraba a mi lado alejándome un poco del hombre—. ¡Edward, que alegría verte!

La expresión del hombre me hace sentir insegura, algo que no estoy acostumbrada a sentir, pero su aura es tan oscura que incluso siento la necesidad de alejarme lo más posible de él.

Sin mencionar que, a unos metros, están tres vampiros más, también son evolucionados, y me miran fijamente como si planearan algo internamente.

—Aro, no esperaba verlo —Edward me agarra de la cintura posesivamente.

No pasé por alto el hecho de que mi ahora prometido llamó por su nombre al hombre frente a nosotros. Sin embargo, no dije nada, pues en estos momentos me siento un tanto abrumada y no logro concentrarme en mi alrededor.

—Iré con Ángela, si me disculpan —aprieto la mano de Edward. Él está notando lo incómoda que estoy y que no me siento bien. Es extraño, porque sólo una vez desde que me convertí me he sentido así.

El hombre, que ahora sé que se llama Aro, asiente, mientras que Edward me da una mirada para que me tranquilice un poco.

Camino hasta donde está Ángela y veo como mi hermano le dice algo al oído, se separa de ella y me da una mirada con una sonrisa forzada, algo que me extrañó y antes de que pudiera decirle algo, se alejó de nosotras.

—¿Te sientes incomoda? —le pregunto en cuanto llego junto a ella y me siento a su lado.

—Es lindo ver todo su mundo, pero yo no pertenezco aquí —una de las cosas que me gustan de Ángela, es que siempre dice las cosas que piensa—. Felicidades por tu compromiso —sonrío ante la mención, ni siquiera puedo creer que estoy comprometida con Edward.

Una Vampira Diferente «Edward Cullen»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora